Este sábado 5 de noviembre de 2016, poco más de ocho años después de iniciado el blog de la Generación Mampato, nos volvimos a reunir para compartir un día entre amigos. Lamentablemente, la convocatoria estuvo muy baja. Al estilo de lo que está pasando en general en nuestro país con la política, el llamado a reunirnos tuvo menos eco que un grito en un vagón del metro en hora punta. Así y todo, llegamos cuatro veteranos gola-golas: Nelson, Sergio Arakaki, Mirolo y yo, más María Paz, una amiga de estos gola-golas, y que asistía por primera a estos encuentros.
El primero en llegar a la cita, que estaba fijada frente a la Catedral de Santiago, fue Nelson. Quien se hizo presente a las 9:30 pero se escondió entre unas matas de la Plaza de Armas, con toda seguridad para escapar de la mirada de los varios salvajes munga-mungas que se veían pululando por los alrededores. Oculto en la poca espesura que queda por allí, mató el tiempo dándole rienda suelta a su febril imaginación, lápiz en mano, dibujando los bocetos de su próximo episodio de Yara.
Por estar escondido tras esas matas es que a mi llegada no lo vi. Suponiendo que habría otros gola-golas puntuales, los busqué en la Catedral pero no divisé a ninguno. al menos a ninguno que pudiera reconocer como perteneciente a la tribu. Mucho munga-munga por doquier, uno que otro mutante inclasificable, pero nada de los gola-golas. Me dirigí a uno de los pocos oasis que quedan en la desolada plaza, y fue allí cuando descubrí a Nelson, lápiz en mano, intentando emular a los maestros del noveno arte.
Mirolo había avisado que llegaría con retraso porque venía desde la Región de Valparaíso, pero en bus. Y como el hombre no está acostumbrado al transporte público, simplemente no calculó bien el uso del tiempo y eso le significó llegar después de la hora convenida. Pero nos armamos de paciencia hasta que lo vimos aparecer caminando entre salvajes de otras tribus. Su porte intimida, de modo que los munga-munga no se le acercaron.
Consigo traía unos trípticos que vendrían a ser la documentación oficial de acreditación para los participantes de este magno evento. Diseñado por Nelson y producido por Mirolo, cada gola-gola se llevaría su ejemplar, el que le serviría de guía y de recuerdo de este día que recién comenzaba para nosotros.
Mirolo (sin su cucalón), María Paz y yo,
frente a la catedral
Nuevamente nos armamos de paciencia y volvimos a esperar. Esta vez, María Paz avisó que venía en camino. Una vez que llegó, y haciendo una rápida revisión de quienes habían confirmado asistencia, comenzamos nuestro recorrido patrimonial. Como este encuentro gola-gola lo organizó Nelson, fue él quien hizo el papel de guía turístico. Muy a su pesar, porque Mirolo venía cargado de preguntas capciosas para que dejaran en evidencia la improvisación y la ignorancia del guía ¿Quién podría saber cuántas moscas suelen entrar en ese recinto en verano al mantenerse sus puertas abiertas? ¿O cuántos pelos le quedaban en su cuero cabelludo al Cardenal Caro cuando fue sepultado allí? Nelson tampoco supo lo más elemental, ¿Cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler y cuántos alfileres caben en la nave central del histórico monumento? Por esta razón, Mirolo renunció a saciar su sed de conocimiento y se contentó con saber el año en que había sido construida y otras banalidades como esa.
Parroquia de Nuestra Señora del Carmen,
al interior de la Catedral Metropolitana de Santiago
Antes de continuar hacia el próximo objetivo, que era la Iglesia de San Agustín, acompañamos a Mirolo a comprarse un sombrero en la célebre tienda "Donde golpea el monito". Claro que no estaba el monito porque lo estaban golpeando a él en el taller de reparaciones. De todos modos, Mirolo salió de allí con un flamante cucalón con el que capeó el calor santiaguino, que ya cerca del mediodía superaba los 30 grados a la sombra.
En la Iglesia de San Agustín se encuentra el famoso Cristo de Mayo, que según supimos por Mampato, fue la única figura que quedó en pie en Santiago para el devastador terremoto de 1647. Por obra del movimiento telúrico, su corona de espinas se le cayó y le quedó en el cuello. Desde entonces, todo intento por volverla a su lugar ha significado un nuevo movimiento sísmico. Seguramente algún chistocito intentó mover la corona el viernes pasado como a las 13:20 horas y nos hizo pasar un susto a los habitantes de esta movida franja de tierra.
Gola-golas posando frente a la
Iglesia de San Agustín
Bueno, al menos sobre el Cristo de Mayo, el guía sabía un poco más. Claro que no tanto como para dejar satisfecha la curiosidad de Mirolo. Pero aunque estábamos en un lugar sagrado, no ocurrió ningún milagro a ese respecto.
El Cristo de Mayo
(Habrá sobrevivido al terremoto de 1647 pero
la cara de susto no se la despinta nadie)
Ya medio atontados por el calor del mediodía nos dirigimos, sin mucho entusiasmo, al Teatro Municipal, al que, evidentemente, no pudimos ingresar. Apreciando su majestuosidad desde el exterior, simplemente el guía se dio por vencido y no quiso seguir respondiendo pregunta alguna de Mirolo ni de nadie más. No es que hubiese contestado muchas, a decir verdad, pero al menos seguía siendo el guía oficial haste ese momento.De hecho, su último aporte cultural fue una truculenta historia sobre el cambio de sexo de una niñita que forma parte de una escultura donada para el centenario de Chile y que se ubica frente al Municipal. Omitiré los detalles para no ruborizar al respetable público mampatino pero pueden escribirle a Nelson para que les cuente la descabellada historia.
Al fondo, el Teatro Municipal y, en primer plano,
María Paz tapando la impúdica escultura que admirábamos
Nelson y yo
En lugar de continuar nuestro periplo, tal y como se indicaba en el tríptico oficial del encuentro gola-gola, decidimos ir a comer algo. Para ello emprendimos una nueva caminata, esta vez hasta el otro lado del río. En pleno barrio de La Chimba. Claro que debimos pasar por la zona roja santiaguina, cuya actividad, en lo que respecta a los placeres de la carne, no decae a ninguna hora del día. Cual mercado del placer en la vieja Babilonia, fuimos acosados con Mirolo por algunas exuberantes damiselas de dudosa reputación. Para fortuna nuestra, nuestro amigo porteño hizo gala de toda su experiencia en estas lides para así esquivar cuanta oferta y liquidación de último minuto nos hicieron.
Finalmente, logramos cruzar al otro lado del río y nos encaminamos raudos hacia el mercado de abastos Tirso de Molina, renovado hace alguno años y hoy convertido en un multicultural centro dedicado al comercio de alimentos y a la gastronomía internacional. En la segunda planta hay un sinnúmero de cocinerías que ofrecen comida de los países de los que provienen los inmigrantes que le han cambiado el rostro a esa parte de Santiago. Así, escapando del calor nos sentamos en unas mesas que daban justo hacia el río y donde corría mucha brisa que refrescó nuestra estadía durante todo el tiempo que permanecimos allí.
Guatita llena y corazón akalú
Degustamos una comida exquisita y unos jugos naturales realmente extraordinarios. Adicionalmente, pudimos admirar la exuberancia caribeña y los múltiples colores de quienes trabajan o van de paseo a ese lugar. Quien quiera sentirse como en alguno de esos países pintorescos que aparecen en las guías de viajes, puede darse una vuelta por el mercado Tirso de Molina. No se arrepentirá.
Poco después se nos unió nuestro amigo Sergio Arakaki, el incansable coleccionista de revistas de monitos y a quien le debemos buena parte de lo que está disponible en la web. Con él se completó el pequeño grupo de gola-golas que sacaron la cara por la Generación Mampato en esta oportunidad.
Gola-golas tomando un descanso
Mirolo pretende ocultar su cucalón ante la cámara
Luego de la larga y refrescante sobremesa, decidimos reemprender nuestra marcha. Esta vez el destino fue el Museo Nacional de Bellas Artes. Claro que tomamos la mala decisión de partir justo a la hora del máximo calor en la capital y no había prácticamente sombra que nos protegiera de los inclementes rayos de sol. Pudimos descansar unos momentos junto a la Posada del Corregidor, en la calle Esmeralda, lugar en el que nuevamente Mirolo ametralló a nuestro guía con preguntas imposibles de responder para alguien que no disponga del don de la adivinación.
La Posada del Corregidor, quien nunca
salió a abrirnos la puerta
Una vez en el MNBA, aprovechamos de recobrar fuerzas mientras disfrutábamos de las exposiciones que nos ofrecía tan bello lugar. Entre las exposiciones de temporada, sobresalía el famoso cuadro "San Juan Bautista", de Caravaggio. Además, había una estupenda exposición fotográfica sobre los exterminados pueblos del extremo sur de Chile. No sólo tenían los trabajos de Martin Gusinde sino también los de fotógrafos contemporáneos, como Paz Errázuriz, cuyo trabajo también conocimos en Mampato, en ese reportaje sobre los niños y los animales, en el que salía su hija Daniela Huneeus con apenas unos seis o siete años de edad.
"Juan el Bautista", de Caravaggio
Finalmente, terminamos nuestro periplo en una heladería de los alrededores del museo, donde dimos rienda suelta a nuestros instintos y nos bebimos varios litros de jugos naturales y tomamos varios litros de sabrosos helados.
Nelson disfrutando de la compañía
de María Paz
A medida que la temperatura descendía y se tornaba compatible con la vida humana, pudimos volver a comportarnos como buenos gola-golas y hablamos de todo un poco. A propósito de un contundente análisis de la situación política del país que hiciera nuestro amigo Mirolo, sospechamos que pretende convertirse en jefe gola-gola. Claro que no andábamos con nuestros garrotes a mano, como para haber dirimido esta cuestión como corresponde entre gola-golas que se precien de tales. Será resuelto en un nuevo encuentro.
Sergio, contándome su macabra idea de pasar
la noche en un cementerio
Bien, pero para que no se crea que nos dedicamos sólo a contemplar monumentos nacionales y esculturas humanas que deambulaban por los alrededores, he de decir que decidimos dos cosas. Primero, nos propusimos retomar el proyecto de publicar nuevos números de nuestra revista Mampato y qué mejor oportunidad para ello que trabajar en un especial navideño. "En consecuencia, mi amigo", como dice un caballero que pretende repetirse el plato, esperamos que Cristian, MaGoTo y los demás colaboradores de cada uno de los números que alcanzamos a sacar, nos den una mano. Pronto subiré la pauta de ese número y contactaré a todo aquel que esté interesado en hacernos llegar una colaboración.
La segunda decisión, fue volver a reunirnos en el mes de marzo, en Valparaíso. Mirolo, como inminente candidato a jefe gola-gola, prometió un recorrido turístico extraordinario. Por sugerencia de Sergio, lo que seguramente se debe a muchas lecturas del Doctor Mortis, lo terminaremos en un paseo nocturno por el cementerio. Será a prueba de miedosos. La asamblea de gola-golas aprobó por unanimidad esta propuesta.
Pues bien, pasadas las 21:00 horas de ayer sábado 5 de noviembre, nos despedimos y partimos cada cual para su caverna. Con Sergio Arakaki tomamos el metro en dirección al inframundo y Mirolo con Nelson se fueron disputándose la atención de María Paz, a quien decidieron acompañar hasta su casa, cual gentiles caballeros andantes.
Cualquier duda sobre aspectos históricos, arquitectónicos o técnicos de los lugares visitados, le pueden hacer las consultas a Nelson, quien seguramente entre anoche y hoy día se ha leído cuanta enciclopedia encontró y podrá, esta vez sí, responder preguntas al estilo Mirolo.
NOTA 1: La mayoría de las fotografías que acompañan esta nota son gentileza de este último, quien recurrió a su celular para capturar algunos momentos del recorrido y para obtener las respuestas que el guía no le pudo dar.
NOTA 2: El mismo Mirolo no sale en la mayoría de ellas porque era el fotógrafo y, además, porque no quiso aparecer luciendo su divertido cucalón.
NOTA 3: El dibujo que encabeza esta nota, fue obra de Nelson. Quien como guía turístico, es muy buen dibujante. Además, aportó las fotografías en que aparece Mirolo.