No es una mujer, sino un veterano de la historieta, de 77 años de edad. Al otorgarle este miércoles 27 de enero el 43° Gran premio del "Festival international de la bande desinée" (FIBD) de Angoulême al belga Hermann Huppen, conocido como "Hermann", el Noveno Arte decidió consagrar la carrera tan larga como prolífica de un peso pesado de la historieta realista franco-belga. El creador de Jeremiah ya formaba parte el año anterior de los tres "finalistas" del voto organizado de los profesionales del sector, escrutinio que había coronado al japonés Katsuhiro Otomo, el padre de Akira. Hermann dejó atrás este año al británico Alan Moore (igualmente finalista en 2015) y a la francesa Claire Wendling.
Estos tres nombres habían llegado a la cabeza, hace una semana, con la ocasión de una primera vuelta en la que los votantes pudieron designar al autor de su elección, sin tener que elegir de una lista previamente establecida por la dirección artística del festival. La ausencia de mujeres en la selección de 30 nombres inicialmente propuestos por el FIBD, a inicios del mes de enero, desató una activa polémica y dirigió el foco sobre el lugar minoritario de las creadoras en la profesión. Bajo la presión, el festival decidió modificar su modo de designación, dejando a la corporación la decisión de elegir a quien ella quisiera.
Si bien emana directamente de la base, la elección de Hermann no ha de haber sido del gusto de todos y todas las que se manifestaron, a comienzos de mes, para denunciar una forma de sexismo en la historieta. En efecto, el dibujante de Lieja a menudo ha dibujado a las mujeres bajo rasgos provocativos y caricaturescos, acentuando sus formas. "Sería injusto acusarme de sexista", declaró el dibujante a Le Monde este miércoles, poco antes del anuncio de su nominación.
"Siempre he evitado las "Barbies" en mis historias. Numerosas lectoras siempre me han dicho que no dibujo a las mujeres como objetos destinados al reposo del guerrero.Al contrario, a mis heroínas más bien les he dado carácter."
Una de ellas lleva el nombre de una de sus principales series, Comanche, creada en 1969, una época en la que los personajes masculinos eran ultra dominantes en la historieta. Propietaria del rancho "Triple Six", sin embargo le debe más a la imaginación del guionista Greg, que a la suya. "Este personaje no me es simpático", dice además hoy Hermann. "Inconcientemente, Greg hizo de ella una arribista."
Lo que más llama la atención cuando se recorre la bibliografía de este monstruo sagrado que ha conocido la edad de oro de las series y revistas especializadas, es la cantidad de álbumes de gran formato que ha realizado a lo largo de sus cincuenta años de carrera. Cuenta 34 tomos de Jeremiah (Dupuis), 15 volúmenes de Comanche (Le Lombard), 15 episodios de Les Tours de Bois-Maury (Glénat), 13 aventuras de Bernard Prince (Le Lombard), 3 historias de Nic (Dupuis), 2 de Jugurtha (Le Lombard), más de una veintena de historias únicas por aquí y por allá. La cuenta es positiva : Hermann ha publicado 102 obras desde sus comienzos en 1966, es decir, una cada seis meses.
El último, Old Pa Anderson, en base a un guión de su hijo Yves, salió la semana pasada en la colección Signé de Lombard. «No me hablen de retiro, qué horror, ¡me moriría ! Tengo más ganas que nunca de contar historias. No soy un dibujante en estado puro que podría satisfacerse haciendo ilustraciones entre dos álbumes, El único modo de expresión que me conviene es la historieta, que por lo demás prefiero llamar "cine dibujado"», confiesa.
Nacido en 1938 en Bévercé, en la provincia de Lieja, Hermann llegó a la historieta por la influencia de su cuñado Philippe Vandooren, futuro director editorial de las ediciones Dupuis, quien dirigía una revista scout llamada Plein Feu. Descubierto por Greg, quien lo integra en su estudio, le confían la realización de algunas de las "Bellas historias del tío Paul", antes que el guionista estrella de la revista Tintin le creara el personaje de Bernard Prince, un antiguo policía de la Interpol que recorría el mundo a bordo de su navío en compañía de un joven indio y de un marino huraño. Le seguirá Comanche, que dibujará durante diez años, antes de lanzarse en una serie escrita y dibujada por él mismo, Jeremiah, a solicitud de una editorial alemana.
Pre-publicada en 1977 en las páginas de la revista Métal hurlant, esta saga de anticipación presenta un singular punto en común con la mayor obra del autor al que Hermann sucede en el palmarés de Angoulême, Kastuhiro Otomo: al igual que en Akira, Jeremiah se desenvuelve luego de un conflicto nuclear. Western fantástico, la serie de Hermann tiene igualmente por héroes a jóvenes: el angelical Jeremiah y el desollado vivo Kurdy, encarnaciones del bien y del mal en un mundo crepuscular abandonado a la hiperviolencia.
Si ha conocido un enorme éxito durante los años 1980 y 1990, la saga tiene también sus detractores. Adepto a un dibujo áspero y físico, Hermann desarrolla en ella temas recurrentes, como la autodefensa o la venganza personal, que también encontraremos posteriormente en sus álbumes de número único. La ética y la moral son a menudo sacudidas en la psiquis de sus personajes, los cuales generalmente son de gatillo fácil. Que sus historias se desarrollen en el África colonial, en el nordeste del Brasil o en la Sarajevo de las primeras horas del conflicto yugoslavo, en ellas se concreta una visión desencantada y ambigua del ser humano.
El término "reaccionario" viene a menudo, a propósito de esto, en el mundo del noveno arte. Hermann lo sabe y le da lo mismo:
«Yo me sitúo más bien al centro políticamente, con las rabietas de izquierda y las rabietas de derecha, pero jamás a la extrema izquierda ni a la extrema derecha. Soy, de hecho, un instintivo de una simplicidad ingenua que responde a sus impulsos y, sobre todo, no soy un intelectual. Me gustaría mucho que el mundo fuera mejor de lo que es.»
(Traducido por Mayoneso del artículo escrito por Frédéric Potet en Le Monde del 27 de enero de 2016)
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