Después de la jornada electoral de ayer domingo, es la hora de hacer un pequeño homenaje a otro de los dibujantes chilenos que nos ha dejado en los últimos días. Se trata de Eduardo De la Barra, el suegro que muchos quisieran tener pues el padre de Palomita, su más concido personaje.
Eduardo De la Barra nació en Chillán y desde temprano desarrolló el gusto por el dibujo. Antes del Golpe de Estado, De la Barra colaboró en medios tan disímiles
como la revista Ockey, la revista Punto Final, pertenenciente al MIR, el
diario La Nación, y en varias publicaciones de la Editorial Quimantú, como la revista La Chiva.
Pero quienes aún no pasamos los cincuenta años, conocimos a De la Barra cuando colaboraba en algunas revistas de oposición en los años de la dictadura chilena. Concretamente, yo lo conocí en la revista Cauce y después lo vi diseminar su arte en varios medios escritos, una vez que volvió la democracia. Fue entonces que caí en la cuenta que a ese dibujante lo había visto en mi querida revista Mampato. En efecto, el estilo era inconfundible. Setrataba de una historia en la que una vieja fea, Doña Miseria, se pegaba a una familia a la que sólo traía penurias.
Es cierto que su personaje más famoso es Palomita, probablemente porque publicó una tira diaria con las aventuras de esta voluptuosa rubia en uno de los diarios de mayor tiraje en Chile. Pero no fue su único personaje. Los detectives "El piola" y "El jaiba" son otros de los personajes salidos de su pluma.
Siempre me gustó su estilo de dibujo como también su peculiar humor. Una de las últimas contribuciones que hizo fue en la saga "Zombies en La Moneda". Las caricaturas de los personajes nacionales, especialmente políticos, siempre fue uno de sus fuertes. Del mismo modo, el dibujo de hermosas y esculturales mujeres también ha sido uno de sus rasgos característicos.
La otra vez me compré un libro recopilatorio con parte de su obra. Se titula "Corazón de tinta" y fue editado por Mythica Ediciones. De ahí he tomado una selección para que quienes no conocen su obra puedan degustarla. El libro cuesta poco más de ocho mil pesos y lo encuentran en algunas de las librerías grandes del país. Yo lo compré en la librería "Metales pesados" de la Alameda, en Santiago.