miércoles, 9 de diciembre de 2020

Disneylandia 505 (Pinsel) [Mayoneso]


Sumo otro número a la colección digital de mis revistas Disneylandia. En esta oportunidad se trata del número 505, publicado por la editorial Pinsel, y que trae una historia de Carl barks de 1950 que se titula originalmente "Wild about flowers" y que trata de una de las típicas competencias entre Donald y el pesado de Glad con suerte, para ver quién de ellos consigue una primera flor de margarita para dársela a Daisy y así acompañarla en un pic-nic. Que disfruten este número.

Descargar Disneylandia 505


 

3 comentarios:

Unknown dijo...

Buena historia de Barks, aunque parte del chiste sobre las margaritas se perdió en la traducción, ya que el nombre en inglés de esa flor es "Daisy" igual que la novia de Donald. De hecho, recuerdo que en las ediciones argentinas de las historias del pato Donald a Daisy se le cambió el nombre por "Margarita" y así quedó por años.

Temgo entendido que la historia del Lobo Feroz fue hecha en Italia, lo que explica el carácter algo más pícaro de su hijo comparado a lo tímido y reprimido que es en las versiones americanas.

Gonzalo Palazuelos dijo...

Muchas gracias Mayoneso por las Disneylandia y Tio Rico.

Recuerdo que esperaba los miércoles cuando llegaba a mi casa "el diarero" con la revista Mampato y los viernes con la Disneylandia y Tio Rico.

"El Diarero" era un hombre muy especial. Era un hombre bajo, moreno, con barba y siempre andaba con un abrigo grueso y con unos bototos rotos. Siempre se vestía de esta manera, invierno o verano. Era una persona especial que esperaba todas las semanas.

Cuando tenía 30 años me bajé de la micro y me encontré con el diarero. No lo veía hace 20 años. Andaba igual. Me alegré y me acerqué a conversar con él y le conté lo importante que él fue en mi infancia. Fue bonito ver su sonrisa. Le dí algo de dinero aunque entendí que su vestimenta era su personalidad y él no iba a cambiar.

Mayoneso dijo...

Buena historia, Gonzalo. Yo también guardo buenos recuerdos del caballero que tenía su quiosco de diarios y revistas a una cuadra de mi casa y que todas las mañanas pasaba en su bicicleta repartiendo las suscripciones. Hoy los quioscos sólo venden comida chatarra, reflejo de cómo hemos ido retrocediendo.