martes, 27 de septiembre de 2011

Jean Giraud y Hugo Pratt


Nuestro amigo Servando nos sugiere ver este vídeo en que aparecen Jean GIRAUD (Moebius y Gir) y Hugo PRATT, los conocidos dibujantes de historieta. En él podrán apreciar la maestría de estos geniales dibujantes, quienes deben crear una historia a partir de cuatro onomatopeyas imaginadas por Jean Claude FOREST y Joseph GILLAIN (más conocido como Jijé). Con estas cuatro onomatopeyas, construyen una historia en 3 viñetas, introduciendo en ellas sus conocidos personajes:  Blueberry, en el caso de GIRAUD y Corto Maltese, del italiano PRATT.

Este vídeo corresponde a la emisión "Tac au tac"  del 20 de mayo de 1972.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La BD franco-belga en Mampato: segunda parte [Mambrú]



Estimado Manganeso,

Como le adelantaba en el comentario anterior, aquél descenso en la calidad de las historietas publicadas por Mampato no fue la única consecuencia de su asociación con la revista Pif. Cuando la revista Vaillant se transformó en el semanario Pif, introdujo dos grandes innovaciones: un gadget semanal de regalo (de aquí que la revista fuera conocida, también, como “Pif gadget”) y la desaparición de las series de continuidad, publicando historias completas en un solo número y, consecuentemente, reduciendo su largo a un máximo de 20 páginas (aunque, frecuentemente, alcanzaban sólo las 10). Esta segunda innovación se trasladará a la revista Mampato, que no sólo verá radicalmente reducida la cantidad de series franco-belgas que aparecían en sus páginas (ya sólo será posible encontrar una por número), sino que perderá también el atractivo de la continuidad, que mantenía a sus jóvenes lectores en vilo durante largas semanas (“Corentín y el puñal mágico” y “El secreto de Dan Cooper” llegaron a estar ‘en cartelera’ durante ¡22 semanas!). Así, de las 35 historietas franco-belgas (27 procedentes de Pif) publicadas durante la etapa de Isabel Allende, 18 terminaron en un solo número, 15 alcanzaron los dos capítulos, una llegó a los tres, y también sólo una tuvo una duración un poco mayor (la reaparición de Bernard Prince, en seis capítulos, cuando la dirección de Isabel Allende tocaba a su fin. Quizá ya soplaban vientos de cambio). Durante igual período de tiempo anterior, con Eduardo Armstrong en cabeza, se publicaron 23 series franco-belgas, número engañoso si no se considera que la duración de las mismas era entre tres y cuatro veces mayor en cuanto a número de páginas, de modo que la presencia de estas series en Mampato, con Armstrong, casi triplicaba a la que luego tuvieron con Allende.

Pero aún habrá una tercera consecuencia de esta asociación con Pif, quizá la peor de todas: la revista francesa publicaba sus series realistas en blanco y negro y, como resultado de ello, en Mampato se decidió colorearlas. Pero, por alguna incomprensible razón, el trabajo que se hizo en esta materia fue de pésima calidad. Así, si antes Mampato se había destacado por los magníficos colores de sus historietas, a veces mejores que los de las mismas ediciones europeas, y sin duda superiores a los de otras ediciones hispanoamericanas, como las de la Editorial Novaro, ahora se destacaría por la bajísima calidad de esos colores. Y si ya los dibujos de las nuevas series no eran tan buenos como las de algunas anteriores, para peor quedaban ocultados por unos colores en el límite de lo tolerable.

 Imagen 6:

Imagen 7:


Imagen 8:

Como siempre sucede en estas materias, estos juicios generales habría que matizarlos al descender a cada caso particular, ya que las historias publicadas fueron muchas y la calidad irregular, pero lo que intento decir es que, como tendencia general, la calidad de los colores de las historietas venidas de Europa, durante este período, fue sencillamente malo. Algunos ejemplos particulares dicen más que muchas palabras, por ello estas líneas se acompañan de una viñeta de Thor con calzoncillos rosados (podemos imaginar que en la prehistoria habría menos prejuicios que hoy – imagen 6); u otra de la bella Ohama corriendo con un lindo traje de dos piezas en rojo cardenal, mientras huye de un extraño rinoceronte de color entre azul y morado (imagen 7); y si de animales extraños se trata, nada mejor que el caballo azul de Simón el vengador (imagen 8); y, si confundimos párpados con ojos, transformamos a un conductor de diligencias en terrorífico zombie (imagen 9); y hay que cuidarse del café que prepara Comanche, porque nos puede dejar súbitamente pálidos, como le pasó a Billy Trent (imagen 10); y el propio Billy Trent debiera recurrir menos a los tintes del cabello, mira que pasar del amarillo en una página, al naranjo en la siguiente y al rojo dos más allá es, quizá, demasiada vanidad (imagen 11); no menos sorprendente es la capacidad de cambiarse de ropa que tienen algunos personajes: amarillo en un instante, y rosa al siguiente (imagen 12).

Imagen 9:
Imagen 10:

Imagen 11:

Imagen 12:

Quizá alguno podrá pensar que esta pésima calidad no se debía a una mala política de la dirección de la revista, sino a la necesidad de colorear historietas recibidas en blanco y negro. Pero esa razón cae rápidamente si se advierte que la mala calidad de los colores se mantiene en las series de Tintin que se publicaron durante el período (recibidas en color), como prueban las planchas de Howard Flynn y Tunga que acompañan estas líneas (imágenes 13 y 14).

Imagen 13:
Imagen 14:

Y que estas condiciones de calidad estuvieron íntimamente ligadas a los criterios de dirección de Isabel Allende se demuestra, a su vez, si se mira lo que sucedió inmediatamente después de que ella dejara el cargo: al asumir Vittorio di Girolamo, en los siguientes 20 números aparecen, sucesivamente –y junto a las dos últimas historias de Thor y Oso Blanco–, Bruno Brasil, Korrigan, Howard Flynn, Umpa-Pa, Luc Orient y Tunga, (además de la que, para mi gusto, es la mejor historieta realista chilena aparecida en Mampato: Los 4 de la Alborada, al nivel de una buena BD franco-belga; lo cual también contrasta con la selección de historietas chilenas publicadas en el período anterior, que dejaba bastante que desear. El caso más paradigmático de esto último es “La increíble historia de Hugh 'Lecher' Clapperton”, publicada en el número 244 y que queda inconclusa). Todas ellas historias largas, publicadas en un mínimo de 6 capítulos, y con magníficos colores, lo que volvió a llenar la revista de una gran variedad de historietas de gran calidad.

Este buen criterio se mantuvo, a grandes rasgos, durante la dirección de Lukas (Vittorio di Girolamo y Renzo Pecchenino eran, además de grandes amigos de Armstrong, magníficos artistas como él, y aquella sensibilidad común se hizo patente en la dirección de Mampato), pero volvió a decaer con la dirección de Isabel Wachholt, aunque esto ya es harina de otro costal...

Saludos cordiales

Mambrú

viernes, 16 de septiembre de 2011

La BD franco-belga en Mampato: el antes y el después de Armstrong [Mambrú]


Un encuentro entre Thor, Oso blanco, el Dr. Jourdan y Tangha, de los Pioneros de la esperanza. Encuentro no igualmente feliz para todos estos héroes de Mampato

Estimado Manganeso:

El blog suyo de usté, poblado de nostálgicos y agradecidos lectores de Mampato, se ha prestado en innumerables ocasiones para destacar la gran calidad de aquella entrañable revista en todos sus aspectos y, especialmente, en lo relativo a la publicación de magníficas historietas de origen franco-belga. Mambrú se ha sumado, no pocas veces, a aquellos laudatorios comentarios.

Sin embargo, no toda la historia de Mampato es tan brillante en lo que toca a esta cuestión, y hoy procuraré mostrarle que existe una etapa, claramente identificable, en la que la calidad de la revista –al menos en lo que a publicación de historietas se refiere– desciende notoriamente.

Todos sabemos que la gran cabeza y alma inspiradora de Mampato fue el genial Eduardo Armstrong, que figura como director de la revista hasta finales de 1973, en que un penoso cáncer le causa la muerte. Pero, no obstante esta figuración formal, la realidad es que Armstrong ejerció la dirección sólo hasta el momento en que se descubre su enfermedad, en marzo del mismo año y, desde entonces, se hace cargo de las funciones de director la que hasta entonces operaba como subdirectora: la periodista, y luego aclamada escritora, Isabel Allende.

Pues bien, este cambio de manos tendrá un visible y, a mi entender, negativo efecto en la línea editorial de la revista en lo que a publicación de historietas se refiere. Hoy me centraré sólo en lo relativo a obras de la bande dessinée franco-belga.

Para hacerse una idea de lo que Mampato aportaba en esta materia bajo la dirección de Armstrong, basta mirar el panorama de las historietas que se publicaban al momento en que la enfermedad lo aparta de la revista: recientemente terminados “Los Franval: Rapto en Tokyo” y “Bernard Prince: El general Satán”, estaban en curso “Dan Cooper: Golpe de audacia”, “Tunga en el pueblo de los árboles” y “La patrulla 3A: Señales en la noche”; ello sin contar la aparición permanente de una página humorística, ya de “Max el explorador”, ya de “La tribu terrible” (que, aunque de autor norteamericano, era publicada por la revista Tintin).

Pues bien, en cuanto tales historias fueron terminando, desaparecieron casi completamente los héroes y personajes a los que nos habían acostumbrado esos primeros 160 números, y su lugar fue ocupado por unos desconocidos: Oso Blanco, Ted Cassals (Imágenes 1 y 1b), Billy Trent, Thor, Simón el vengador, Nicolás (Imágenes 2 y 2b), Los pioneros de la esperanza, Dr. Jourdan, Robin de los bosques, y algún otro que ahora se me escapa.

 Imagen 1:


 Imagen 1b:

Imagen 2:

 Imagen 2b

Una primera curiosidad de aquellos nuevos personajes –curiosidad que ya se ha comentado en este blog– es que todos ellos, con las solas excepciones de "Los pioneros de la esperanza" y "Robin de los bosques", recibieron en Mampato un nuevo bautismo: por alguna razón desconocida, no se les llamó Lobo Negro o Loup Noir (Oso Blanco); Teddy Ted (Ted Cassals; aunque en este caso el nombre original es recuperado a partir de la segunda historia publicada); Red Dust (Billy Trent. El nombre original de la serie es, en realidad, “Comanche”, aunque el personaje principal se llama Red Dust); Rahan (Thor. Rebautismo, a mi parecer, especialmente desafortunado, puesto que no deja de ser incomprensible que un hombre de la prehistoria –cuyo nombre original, Rahan, obedece a un sonido gutural– lleve el nombre de una divinidad nórdica); Fanfan la Tulipe (Simón el vengador); Jérémie (Nicolás); y Dr. Justice (Dr. Jourdan).

Una segunda curiosidad es que todas estas nuevas series, con la excepción de Billy Trent, fueron publicadas originalmente en la revista Pif –sucesora de Vaillant–, que era una revista de calidad netamente inferior a Tintin (de la cual provenían casi todas las historietas franco-belgas de la etapa Armstrong), Spirou y Pilote, las tres reinas de la BD (calidad general inferior que no obsta en nada al hecho de que la revista Pif publicase algunas obras de gran factura). De hecho, todas estas nuevas series pertenecen a lo que me atrevería a llamar la “segunda división” de la BD (quizá con las solas excepciones de Billy Trent –que, además, provenía de Tintin– y Thor, que se encuentran en el olimpo de las obras maestras de la historieta franco-belga), y se hallan a mucha distancia de la influencia y reconocimiento que tuvieron, por ejemplo, Howard Flynn, Corentín, Bernard Prince, Tunga o Dan Cooper, por citar sólo las series estandarte del período de Armstrong.

Esta asociación –formal o informal– entre Mampato y Pif, es evidente si se advierte que el uso –en Mampato– de recursos aparecidos en la revista francesa no se agotaba en las historietas, sino que se extendía a las páginas de humor (con los chistes de Mordillo que, si mal no recuerdo, aparecieron también en la revista Ercilla de los años 80 - Imagen 3), a los problemas policiales (con el detective Ludo – Imagen 4) y a diversas actividades y juegos (Imagen 5).

 Imagen 3:


 Imagen 4:

Imagen 5:



Si se considera que todas las imágenes de la revista Pif que se acompañan están tomadas de un solo número (el 184), se podrá concluir que el ejercicio discriminatorio era bastante débil, y que más bien parecía prevalecer la intención de “sacar el jugo” a cada número de Pif que llegase a las manos (de este solo número se obtuvieron dos historietas: “Nicolás en la intriga”, de 20 páginas publicadas en los números 178 y 179 de Mampato, y “Teddy Ted”, de 10 páginas y publicada en el número 228 de Mampato; además de dos casos del detective Ludo, publicadas en los números 206 y 209; un chiste de Mordillo; y cuatro actividades, que aparecieron en los números 205 y 211). En total, 37 planchas sólo del número 184 de Pif, distribuidas en diversos números de Mampato. Así, también, se pueden encontrar otras 27 planchas del número 188, y 13 del 183. Y no tengo ahora a mi alcance los números 185, 186 o 187 de la revista francesa, aunque sospecho que, de tenerlos, me llevaría una sorpresa...

Pero estas no fueron las únicas consecuencias de la asociación entre Mampato y Pif durante la dirección de Isabel Allende, mas como ya he abusado en demasía de su paciencia, dejaré estas cuestiones para un próximo comentario.

Saludos cordiales

Mambrú

domingo, 11 de septiembre de 2011

Quique Hache detective [Sergio Gómez & Gonzalo Martínez]


El otro día entré al nuevo local de la librería "Metales pesados" en la Alameda y husmeando en la sección de cómics me encontré con esta novela gráfica de Sergio Gómez y Gonzalo Martínez. A Sergio Gómez le había leído hace años una novela titulada "El labio inferior", sobre una monja desaparecida o algo así. No recuerdo bien. Y a Gonzalo Martínez creo haberlo leído en la Trauko o en Bandido, no estoy muy seguro.

En todo caso, por mis hijos sabía que existía una serie que se titulaba "Quique Hache detective" pues la han tenido que leer para el colegio. Como los dibujos me parecieron interesantes, decidí comprarla y ahora quisiera compartir con ustedes un breve comentario.

En primer lugar, me llamó la atención la similitud con una de mis series favoritas: Jerome K. Jerome Bloche. Esta última es una serie del género "polar" o policial que se publica desde los años ochenta en la revista Spirou y que lleva ya más de veinte álbumes editados desde entonces. Al igual que lo que le suele suceder a Jerome, alguien contrata los servicios de Quique Hache para investigar un caso en apariencia intrascedente pero que encierra una intríngulis que pondrá en riesgo al joven investigador privado. Deberá dar con el paradero de un joven arquero de un club de barrio, de quien depende el triunfo de su equipo en el partido final del domingo.

La similitud entre ambas series descansa en algunas característcias del personaje principal. Al igual que Quique Hache, Jerome es un joven detective privado algo ingenuo y a veces un poco torpe. En todo caso, siempre termina resolviendo los casos en que se involucra. Por cierto, hay más diferencias que semejanzas entre ambos pero llama la atención el que los dos personajes hayan comenzado su "carrera" detectivesca mediante un curso por correspondencia y que los caracterice más el entusiasmo que la sólida eficacia de sus métodos investigativos. También a ambos les sucede que personas común y corrientes los descubren en su rol de detectives cuando ellos pensaban haberlo disimulado suficientemente.


A su vez, la gráfica de Quique Hache me trajo cierta reminiscencia de la atmósfera que transmiten algunas series de la historieta franco-belga. Ciertamente, los guiños de Gonzalo Martínez a la escuela franco-belga se dejan ver desde las primeras páginas, tal como lo pueden apreciar en la viñeta de aquí arriba. Desde luego, me hizo recordar la ya mencionada Jerome K. Jerome Bloche. No porque haya algún parecido en el estilo de Martínez y Dodier, el dibujante de la serie franco-belga, sino porque apreciando las viñetas de Quique Hache, a veces me daba la impresión de estar contemplando una escena de algún suburbio parisino. A modo de ejemplo, la viñeta que reproduzco aquí abajo y en la que el diálogo entre la "nana" de Quique Hache y este último, en un paradero del Transantiago, bien pudiera estar ocurriendo en un paradero de París o sus alrededores. Si se fijan con atención, verán que va cruzando una clásica "citrola". En Santiago no he visto una en circulación desde hace muchísimos años, de manera que resulta más obvia aún la referencia a París.

Puede ser por su formación como arquitecto, el tema es que las escenas urbanas me parecieron las mejor logradas. Me hicieron recordar también al dibujante Tito, de la serie "Tendre banlieue". Solamente en el dibujo de la figura humana hay notorias diferencias entre los estilos de Tito y Dodier con el de Martínez. Creo que a este último se le nota mucha influencia del manga japonés y le pasa lo que a dibujantes como  Enrico Marini. Eso, sumado al predominio de personajes estilo caucásico (porque el manga suele dibujar a los japoneses más caucásicos que mongoloides), vuelve un tanto inverosímil la descripción gráfica que hace de los personajes que aparecen en esta novela ambientada en Santiago.

Hay también otros detalles que hacen inverosímil el guión y que, aunque se trate de una novela de ficción, no dejan de producir cierta disonancia en el lector. Por ejemplo, nunca se supo cómo León dio con la casa de Quique Hache, si sólo se encontró con él una vez. Tampoco resulta muy verosímil la facilidad con que se va de un lado al otro de una ciudad que se supone es Santiago. Tampoco resulta tan verosímil el personaje de la "nana" de Quique Hache, básicamente porque está lejos del patrón cultural de las empleadas domésticas de los barrios de clase media-alta de Santiago. Pero bueno, por último esas son licencias que se puede permitir cualquier guionista. Es lo central de la trama donde uno exige mayor rigurosidad en su desarrollo y creo que en eso esta novela pasa la prueba. Apenas, pero la pasa. En suma, creo que vale la pena leerla porque ofrece una historia interesante y bien dibujada en un pulcro blanco y negro.

Título: Quique Hache detetective
Guión: Sergio Gómez
Dibujos: Gonzalo Martínez
Editorial: Alfaguara
Año: 2011 (Segunda edición)
Páginas: 90
Precio: $6.500
Librería: Metales Pesados, Alameda 1869, Metro Los Héroes

sábado, 10 de septiembre de 2011

Blueberry - La pista de los sioux [Charlier-Giraud]


Bueno, para animar algo este alicaído blog, comparto con ustedes la continuación de la saga de Blueberry que comenzó con "El caballo de hierro", siguió con "El hombre del puño de acero"  y que continúa con esta nueva historia en la que nuestro valeroso y justiciero Teniente Blueberry se ve envuelto en un complot del temible "Steelfingers". Toda esta aventura transcurre en las praderas de Wyoming y Colorado, de manera que a los que disfrutan con el sabor de esas viejas aventuras del también viejo y lejano Oeste americano, de seguro les gustará esta nueva historia de Blueberry. Que la disfruten en la mejor calidad de imagen y color. No olviden encargarla en su librería o biblioteca favoritas.