lunes, 14 de mayo de 2012

Crónica del tercer encuentro gola-gola de la Generación Mampato [Parte 2]


Continuando con las extraordinarias aventuras de los ocho gola-golas en la perla del Pacífico, podemos apreciar en la fotografía de aquí arriba cómo nuestra querida Generación Mampato realizó su primera actividad oficial ante un organismo legalmente establecido. En este caso, nos bastó presentar nuestra chapita como credencial para que la Fundación Lukas nos otorgara la condición de "institución" y nos hiciera un atractivo descuento por los ocho gola-golas que íbamos, ágilmente negociado por mí y Mirolo.

Más aún, cual no sería nuestra sorpresa cuando nos dimos cuenta que Don Memorario y Don Florencio Aldunate nos esperaban. Este último me invitó amablemente a subir a la segunda planta de la casona, donde se encuentra la exposición de las obras del maestro Lukas.

Lo primero que hicimos fue acceder a la invitación de ver un documental sobre la vida y obra de Lukas. Se trata de un muy bien documentado y muy entretenido recorrido por su biografía intelectual. Como se aprecia en la fotografía, teníamos la sala completamente a nuestra disposición, lo que significó que algunos gola-golas creyeran que se podía usar para un consejo ampliado de la Generación Mampato. Pero no. Una vez finalizado el documental, continuamos nuestra visita al museo, de forma muy tranquila.

Enrique, quien suele ponerse en su polera cuanta chapita o stiker encuentra por ahí, quiso posar para la posteridad junto a la vitrina que reúne algunos ejemplares de Mampato. Ahí están aquellos que vieron la luz cuando Lukas era el director de la revista. Se conservan bastante bien.

Nelson, que no se ha dado cuenta que Don Memorario viene a saludarlo, está más interesado en sonreír para la foto que en responder tan amable saludo. Está fascinado con los retratos de muchos de sus amigos y conocidos, entre ellos el famoso gallo paleteado.

Nelson aparece aquí disfrutando de la compañía de la bella Alicia, lo que le había costado un duelo fotográfico a muerte con Enrique. Afortunadamente, no pudo monopolizar los afectos de Alicia, pese a lo mucho que lo intentó.

Sergio y Alex contemplan con interés una de las muchas obras que se exhiben en este museo. Son hermosas porque reúnen tanto los originales en tinta como en acuarela, junto a unas cuantas reproducciones pero que no desentonan con la calidad de las primeras.

En una sección donde se encuentran varias ilustraciones en que algunos dibujantes rinden tributo a Lukas, nos encontramos con este dibujo firmado por Oskar. No había ninguno de Themo ni de ningún otro de los dibujantes de Mampato.

Nelson, ya un poco cansado, espera pacientemente que los demás finalicemos nuestro periplo por la sala.

En un lugar destacado del museo se puede contemplar esta famosa ilustración del "Bestiario del Reyno de Chile", en que aparecen todas las especies humanoides que poblan nuestra sociedad y que cobra sentido en esa masa informe que solemos llamar simplemente "la gallada". Eso éramos nosotros ese día cuando desfilábamos por las calles de Valparaíso: formábamos simplemente parte de la gallada que andaba por ahí ese día.

Pero para distinguirnos de la gallada, decidimos estampar nuestras firmas en el libro de visitas del museo. Aunque no muy inspirado, me conminaron a escribir algo que luego firmaríamos todos. Es lo que aparece en la fotografía siguiente y cuya "traducción" pueden leer al pie de la fotografía.

"Un saludo fraterno a Lukas de la Generación Mampato, donde habemos muchos admiradores de su obra" (y firman los 8 gola-golas, que en realidad no conocen la escritura y simplemente garabatean unos palotes, además de uno de ellos que optó por un autorretrato).

Salimos nuevamente a recorrer los lindos paseos que engalanan el hermoso cerro Concepción. Afortunadamente a esa hora ya había salido el sol y la ciudad lucía en todo su esplendor. Nada de smog ni de congestión de gente caminando apurada.

Nuestro guía y anfitrión, hace un alto en el camino para esperar al resto de los gola-golas que se quedan ensimismados con el paisaje que tienen a su alrededor.

Alicia y Cristian, ambos nacidos y criados en la región, son quienes se encargan de informar a los ávidos turistas.


Sin que Nelson se diera cuenta, conseguí acercarme a Alicia y retratarme junto a ella. Cual Tinalín, llenó de dulzura y alegría nuestro recorrido por Valparaíso.

En Valparaíso incluso las casas construidas recientemente parecen reliquias arquitectónicas, como sucede con este famoso café Brighton, cuya fachada se aprecia en la foto. Alicia y Alex contemplan la ciudad desde una ubicación privilegiada.

Allá abajo, se puede ver la plaza Anibal Pinto, famosa porque en ella se ubican una serie de interesantes locales. Desde una liberería que se veía muy atractiva pero que no alcanzamos a visitar, hasta una verdadera botica. Bueno, lo de verdadera es un decir pero la ilusión que genera es la de estar ante una verdadera botica de barrio. Ah, también se encuentra allí el famoso bar Cinzano, que esta vez dejamos fuera de nuestro recorrido.

Comenzamos el descenso del cerro Concepción, esta vez no en ascensor sino que recurriendo simplemente a nuestras piernas para poder recorrer algunos de los detalles que hacen especial a los cerros de Valparaíso.

Solo en una ciudad como ésta se deben bajar escaleras así de empinadas. Parece suave pero hay que ver lo largas que son. A algunos gola-golas les daba un poco de mareos ver tanto recoveco al que no estaban acostumbrados en la jungla santiaguina.

Además nos encontramos con una fauna hasta entonces desconocida y no sabíamos cómo reaccionar para evitar que nos atacara. Aquí, pueden apreciar a esta especie de zorro-caja cuyas seis piernas lo convierten en un depredador peligroso para los gola-golas.

Por más que intentamos subirnos a este trolebus que divisamos mientras arrancábamos del perro-caja, no lo logramos. Por suerte Mirolo, nuestro guía por esta extraña selva, nos anunció que ya estábamos pronto a llegar al "plan" (¿a qué extraño plan se referiría con eso? ¿sería un plan de conquista u otro más perverso aún?)


Alicia, que aunque vive en Santiago, lleva por sus venas sangre porteña, localiza con certera precisión la callejuela por la que hay que descender para llegar a la sabana, lugar en que el que buscaremos algún animal para comer.

Y sí, allá al fondo se encontraba ya nuestra salvación. Además del susto que nos produjo la curiosa fauna del lugar, varios teníamos mucho apetito porque no nos llevábamos algún bocado de brontosaurio a la boca desde muy temprano esa mañana.

Esta historia continuará....

3 comentarios:

Rod dijo...

Genial aventura!!!

Lucho Paredes R. dijo...

Ahhhhhhhhhhhhhh... que envidia...!!!

Los felicito, una vez más...!

Nelson dijo...

¡¡Aaaanimo Lucho!! ¡A la próxima le va a salir!