Hay series de cuya existencia he sabido desde que era joven, pero que solamente he descubierto realmente ya de adulto. Una de ellas es ésta, que en su título original se llama Les tuniques bleues y que debe haber sido de las que más seguidores tenía en Bélgica, junto con Tintin, Lucky Luke y Spirou. En el Centre Belge de la Bande Dessinnée ocupaban un lugar destacado, había muchos juguetes y objetos sobre la serie que se vendían en todas las tiendas de historietas y en las jugueterías y siempre uno se encontraba con los personajes en forma de carteles gigantes y cosas así.
Fue por recomendación de mi amigo Mambrú que decidí completar la serie a partir de algunos cuantos álbumes que tenía y que había conseguido de oferta en una oportunidad. Una vez que empecé a leerla no me arrepentí de la decisión porque es realmente una serie extraordinaria, muy divertida y cuyos personajes se dejan querer. La historia es más o menos la siguiente: el sargento Cornelius Chesterfield y el cabo Blutch son soldados del 22° de caballería del ejército nordista, que se encuentra enfrentado al ejército del sur en plena guerra civil estadounidense. Ambos viven diversas y divertidas aventuras debido a que suelen meterse en líos pues el cabo Blutch siempre está intentando evitar participar en los combates, dispuesto a desertar con tal de salvar su vida, y el sargento Chesterfield, por el contrario, está imbuido de un alto sentido del deber, sin ser un héroe ni menos un temerario soldado. Ambos suelen enfrascarse en discusiones debido a esto, pero en el fondo sienten mutuamente un profundo aprecio el uno por el otro.
Hay una galería extensa de personajes secundarios que acompañan frecuentemente las aventuras de este par de soldados nordistas, desde la hija del Coronel Appeltown, comandante de Fort Bow, el fuerte emplazado en medio de territorio indio y en el que se encuentran apostados Chesterfield y Blutch, y de la cual está perdidamente enamorado el sargento Chesterfield. También aparece con frecuencia el capitán Stark, obsesionado con llamar a la carga cada vez que se ve frente al enemigo, aunque sea él y un par de soldados (Chesterfield y Blucth) los únicos que queden en pie para ello.
A medida que la serie fue avanzando, se fueron agregando más personajes recurrentes cuya lista sería largo de detallar aquí. Solamente quisiera destacar que se trata de una serie en plena vitalidad, pese a la muerte de su guionista hace tres años y pese a la avanzada edad de su dibujante. En efecto, la serie fue creada por la imaginación del guionista belga Raoul Cauvin (1938-2021), autor también de muchas otras famosas series publicadas principalmente en la revista Spirou. El primer dibujante fue el también belga Louis Salvérius (1933-1972) quien murió tempranamente, dejando sin terminar el cuarto álbum de la serie. Quien lo reemplazó fue el dibujante belga Willy Lambil (1936) y cuyo verdadero nombre es Willy Lambillotte.
Como podrán leer en el material adicional que viene en este integral que comparto aquí, Willy Lambil era un dibujante que cultivaba más bien el estilo realista y por eso le costó bastante poder adaptarse al estilo humorístico, caricaturesco, de esta serie. A partir de la mitad de la página 37 del cuarto volumen de la serie debió reemplazar a Salvérius, imitando su estilo; sin embargo, posteriormente dio con un estilo propio y mantuvo el carácter humorístico de los dos personajes principales tal y como lo había definido Salvérius, pero a los restantes les imprimió un estilo propio.
Recuerdo que Mambrú me dijo en una oportunidad que prefería el dibujo de Lambil. En cambio, cuando yo empecé a leer la serie me gustó más el estilo de Salvérius. Debo decir, eso sí, que con el pasar de los años me gustó tanto la serie que terminé tomándole el gusto al estilo de Lambil también. Al inicio me parece que el intento de asimilar el estilo de Salvérius se nota mucho y el resultado no fue tan bueno. Sin embargo, a partir del octavo álbum (Los caballeros del cielo) me parece que Lambil alcanza un altísimo nivel. Ese álbum, en particular, está muy bien dibujado.
Debe ser poco frecuente que un dibujante llegue hasta sus 88 años dibujando nuevas aventuras de una serie tan emblemática como ésta. Yo tengo todos los álbumes en su edición en francés y hace unas semanas recibí el álbum 68, que se publicó en septiembre pasado, y debo decir que aunque la calidad del dibujo no es la misma que la de hace cuatro décadas, es realmente digno de destacar que un dibujante de esa edad se mantenga vigente. Es cierto que a partir de la segunda década de este siglo la calidad de sus dibujos decayó bastante. Es cosa de comparar cómo dibuja los caballos o cómo dibuja a los personajes secundarios. Pero al menos el pulso parece acompañarle aún.
De hecho, en el número 65 de la serie, el dibujante fue reemplazado por José Luis Muruena, el dibujante español que también ha dibujado algunos episodios de Spirou. Desde luego, no intentó imitar o aproximarse al estilo de dibujo de Lambil, sino que le imprimió su propio estilo, que es de sobra conocido. Sé que los lectores se quejaron del reemplazo y finalmente volvió Lambil a los pinceles a partir del número siguiente hasta ahora. Con lo exitosa que es la serie, lo más probable es que la editorial Dupuis encargue su continuación a otro dibujante una vez que Lambil ya no pueda seguir dibujando más.
Raoul Cauvin
Raoul Cauvin, por su parte, en 2019 decidió retirarse y dejar de escribir los guiones de la serie. Así es como a partir del número 65 de la serie fue reemplazo el dibujante, como ya he dicho, y también el guionista. Ese álbum 65 fue escrito por el dibujante José Luis Munuera junto con la pareja de guionistas franceses formada por Bertrand Escaich (1973) y Caroline Roque (1975), que escriben bajo el seudónimo de Beka. Los álbumes 66 y 67 fueron dibujados nuevamente por Lambil, pero los guiones estuvieron a cargo del francés Kris (1972), cuyo verdadero nombre es Cristophe Goret. Por último, el guionista del último álbum publicado, el 68, es el francés Fred Neidhardt (1966).
Como dije, yo tengo en mi biblioteca los 68 álbumes en francés, pero me compré el primer integral en castellano que se publicó hace unos años y que es el que comparto hoy. Si bien la edición de Dolmen es bastante buena, especialmente por la calidad del papel y de la impresión, las traducciones de series franco-belgas siempre tiene sus bemoles. Puede que yo sea muy obsesivo, pero me resulta inevitable el estar comparando a cada rato la traducción realizada y encontrándome con algunos detalles que se pierden en la traducción al castellano. Por ejemplo, en la primera viñeta de la plancha 7 del álbum 6 (correspondiente a la segunda historia de este integral), el y caído en el campo de batalla le dice a Chesterfield: "Je suis revenu! J'ai vu, mais Je n'ai pas pu!"; es decir, "Volví, vi, pero no pude". Se trata de una alusión a la famosa locución latina atribuida a Julio César: "Vini, vidi, vici", que suele aparecer en la serie de Astérix, y que significa, "Vine, vi, vencí". En la traducción de Dolmen, el traductor la tradujo de la siguiente forma: "¡He regresado! ¡Lo pensé bien y no pude resistirme!".
La verdad es que, a mi modo de ver, se pierde completamente el sentido de la frase escrita por Raoul Cauvin en el original y que era una clara alusión a la famosa locución latina. Yo no soy traductor, evidentemente, pero creo que haberla traducido en su sentido más próximo, que es a la vez el más literal en este caso, habría sido mejor porque se ajusta muy bien al contexto en el que ocurre esa escena. Blutch vuelve por Chesterfiedl y no logra su cometido: Volví (o regresé), vi, pero no pude. Y así como este, hay muchos otros casos en los que la traducción al castellano, especialmente tratándose del castellano de España, se vuelve menos clara y precisa que el original francés.
Lo último que quisiera decir es que este integral fue el primero publicado por Dolmen, pero no es el primero en el orden de publicación de los álbumes originales. De hecho, faltaban los cuatro primeros álbumes, más algunas historias breves dibujadas por Salvérius y que en los álbumes originales en francés corresponden a los tomos 9 y 10. Dolmen los publicó después de haber publicado los álbumes con Lambil como dibujante.
Como he dicho, la calidad de la edición integral en castellano es muy buena, con colores muy vivos, que lamentablemente no se aprecian bien en esta edición digital. No duden en adquirirla porque es de aquellas series que uno lee una y otra vez, sin nunca cansarse.
El trabajo de digitalización fue obra de los compañeros capdiajo y curt, del CRG, a quienes agradezco el evitarme tener que escanear mi propio álbum. Que disfruten su lectura y dependiendo del interés, podré compartir los restantes volúmenes.
1 comentario:
Una serie que buscaba y no encontraba hasta ahora. Muchisimas gracias.
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