jueves, 31 de diciembre de 2015

Hermann - Wild Bill ha muerto [Mayoneso]


Para terminar bien este año que se va y esperar a que el reloj dé la medianoche, qué mejor que hacerlo disfrutando de uno de los más destacados autores de la historieta franco-belga y a quien conocimos gracias a nuestra querida revista Mampato ¡Cuánto le debemos a esa maravillosa revista!

El álbum que comparto hoy me lo regaló nuestro amigo Mambrú, uno de los expertos en la historieta franco-belga que tenemos en esta comunidad mampatina. Esta edición digital que preparé la hice esmerándome todo lo posible para ofrecer un trabajo de gran calidad, no sólo para poder disfrutarlo en alta definición sino también porque un dibujante como Hermann se lo merece.

Aunque como guionista se ha destacado con obras grandiosas como "Las torres de Bois-Maury", ambientada en la Edad Media, o "Jeremiah", ambientada en Una Norteamérica post-apocalíptica, a veces nos encontramos con obras cuyos guiones dejan bastante que desear. En el caso de este drama que hoy comparto, ambientado en el Viejo Oeste norteamericano,, creo que no está a la altura de la calidad del dibujo.

A veces me ha pasado que los guiones de obras de Hermann las encuentro medio enredados y que terminan aburriendo. Me pasó con su "Monsieur Vandisandi" y con "El diablo de los siete mares". Ambos me costó muchísimo terminar de leerlos. El guión era realmente malo y, especialmente en "El diablo de los siete mares", la secuencia narrativa era para agarrarse de los pelos. Creo que el guionista de este último álbum era su hijo Yves, quien poco ha aportado en realidad a la proyección de la obra de su padre desde que decidieron trabajar juntos.

Digo todo esto porque en esta historia que comparto hoy el guión tiene esos mismos defectos que he podido observar en otros trabajos en solitario de Hermann. Es una lástima realmente porque el dibujo, como ya lo he dicho, es soberbio. Merece un guionista que esté a la altura del dibujante. Pero bueno, tal vez Hermann es medio cascarrabias, o simplemente prefiere preservar el patrimonio en el seno de la familia. Como sea, es una lástima para quienes gustamos de una historia bien contada y no sólo bien dibujada.

Pero para convencerlos de que de todos modos vale la pena leer este álbum, les puedo decir que el trabajólico Hermann no escatima esfuerzos en ofrecernos un arte de altísima calidad, en el que cada viñeta ha sido dibujada con esmero y pintada a la acuarela, resultando en un verdadero placer visual. Tal vez Hermann sea aún mejor como acuarelista que como dibujante. Imagínense lo que eso quiere decir. La viñeta siguiente la aporto como evidencia de lo que señalo. Fíjense en cómo crea la atmósfera de un día soleado.


Lo mismo sucede con sus viñetas en las que la escena corresponde a una invernal nevada . No debe ser nada de fácil dibujar un paisaje nevado y sin embargo Hermann lo hace estupendamente.



Como pueden apreciar, Hermann está dentro de aquellos que dominan con maestría el dibujo, tanto de la figura humana como de todo cuanto se mueva por la tierra. Cuando lo lean, fíjense en la maestría con la que en esta historieta dibuja ciervos, osos y caballos. 

Quizás el único defecto que le encuentro a este dibujante belga es que los rostros femeninos le salen mal. Simple y directo: las chiquillas le salen muy re-feas. Aunque tampoco dibuja a Adonis. Pero bueno, nadie es perfecto, jajaja. Nada como Manara o Serpieri para reproducir la belleza femenina.

Bueno, amigos. Si fui muy drástico en mi juicio sobre el guión, al menos disfruten del atractivo visual de esta historia. Pásenlo bien esta noche y mañana descansen merecidamente. Espero que todos sus planes para el año 2016 les resulten, que tengan éxito en sus proyectos y que disfruten de aquello que ni todo el dinero del mundo puede comprar: la vida misma y el amor de sus seres queridos ¡Feliz Año!



4 comentarios:

Mambrú dijo...

Es verdad: no hay mujeres más feas que las que pinta Hermann. Incluso cuando intenta dibujar a una supermodelo. Aunque supongo que los hombres también le saldrán feuchos, pero eso nos importa menos, jojo...

Nelson dijo...

Mistá de acuerdo, monsieur Mambrú, hay algo realmente atroz en las mujeres que dibuja Hermann. Incluso la "hija del patrón", que según el cliché debería ser una belleza. aquí destiñe en todos los colores. Sé que la acuarela es jodida y cuesta años domarla, pero creo que donde más se luce este autor es en los paisajes, que son realmente impresionantes.
La historia en sí no es mala. Me llegó, es hermosa en su tristeza. Pero eso sí, es muy lenta, aunque estoy habituado a esa variante de la escuela franco-belga que usa escenas estáticas, casi congeladas, la narración en sí es bastante a paso de buey, incluso en los tiroteos, donde teoricamente las viñetas deberían volar. Abundan las secuencias silenciosas (sin diálogos) y el conflicto en sí es harto simple. Pero al menos, hay una trama con un final que cierra los conflictos.

Mayoneso dijo...

Sí, los rostros masculinos también le salen feos. Siempre he pensado que un buen dibujante se nota en cómo dibuja los rostros femeninos. Recuerdo que Fran Solo decía que la clave estaba en el dibujo de las manos y, al menos en eso, Hermann parece ser un maestro. Pero según yo, la clave está en dibujar rostros femeninos y que queden bien. Claro, de acuerdo a los patrones de belleza convencionales, por supuesto. Pero como sea, si alguien es capaz de reproducir la belleza femenina en un dibujo, es porque el tipo es capo.

Claro que, para ser sincero, quien escapa a este principio que señalo es el argentino Alberto Salinas, el dibujante de Dago y otras series de aventuras. Él dibuja rostros muy bien pero tiene un problema con las manos. Si uno sólo mirara las manos que dibuja, pensaría que es alguien que carece de formación en el arte del dibujo humano. Es curioso. No sé si alguna vez alguien le preguntó por qué, o si alguien escribió algo comentando eso. Pero es lo que más me llama la atención del trabajo de Alberto Salinas. Lástima que no haya heredado todo el talento de su padre.

Nelson dijo...

Bueno, por experiencia te cuento que las manos son jodidísimas. Las posturas que pueden tomar son infinitas, y son esenciales para acompañar la expresiòn del personaje, (de hecho en muchas escuelas de teatro donde el público está lejos del rostro del actor, las manos son el único recurso para trasmitir las emociones). Las manos agarran, acarician, rascan, sostienen una pose doctoral, amenazan con el puño, concretan la amenaza (o sea aforran el manso combito), señalan con el dedo, dibujan, escriben, manipulan herramientas, aprietan botones, manejan todo tipo de armas, (y creeme, no es lo mismo manejar una espada como un mosquetero, que manejar un palito tipo Ogú), y así podría seguir el día entero. Una de las cosas raras que pasa es que si dibujas bien las manos, suelen no notarse, en cambio se notan si las dibujas mal. Creo que Fran Solo se refería a que, cuando un dibujante domina las manos de sus personajes ha alcanzado el umbral de lo profesional. Las excepciones siempre las habrá, como todo lo humano. ¿Tienes alguna imagen de Salinas para ver como hace las manos?

Sobre el tema de los rostros de mujer... ¡1000000% de acuerdo! Sin una cara hermosa que detenga una tormenta no se puede vivir. (Bueh, soy hombre). Y en el fondo es un asunto de coherencia. Si el guión habla de "una belleza deslumbrante" y el dibujante hace un adefesio... mmmmh, se cae en el "humor involuntario", que es una forma elegante de decir hacer el loco. De hecho, una de las cosas que me animó a insistir en el dibujo fue que la recepción a mis féminas siempre fue favorable, incluso cuando no sabía ni la mitad de lo que sé ahora. Igual te iba a comentar en la entrada de Archie Cash, que practicamente lo único hermoso que dibujó Malik son precisamente las mujeres; todo lo demás es grotesco, desolador o sucio. Y no es que lo encuentre mal dibujante, no, es que el estilo Archie Cash parece decantarse hacia la mugre y lo sórdido en sus argumentos. Pero incluso en un mundo de sucia sordidez el dibujante tuvo la visión de que sin mujeres hermosas el guión sería un fracaso. Volviendo a Hermann, ni siquiera la prostituta buena que amadrina al protagonista se ve atractiva. De hecho en la primera viñeta pensé que era hombre. En la segunda, que era una abuelita. ¡En fin! Nadie es perfecto, ni siquiera el Universo.