Estimado Manganeso,
Como le adelantaba en el comentario anterior,
aquél descenso en la calidad de las historietas publicadas por Mampato no fue
la única consecuencia de su asociación con la revista Pif. Cuando la revista
Vaillant se transformó en el semanario Pif, introdujo dos grandes innovaciones:
un gadget semanal de regalo (de aquí que la revista fuera conocida, también,
como “Pif gadget”) y la desaparición de las series de continuidad, publicando
historias completas en un solo número y, consecuentemente, reduciendo su largo
a un máximo de 20 páginas (aunque, frecuentemente, alcanzaban sólo las 10).
Esta segunda innovación se trasladará a la revista Mampato, que no sólo verá
radicalmente reducida la cantidad de series franco-belgas que aparecían en sus páginas
(ya sólo será posible encontrar una por número), sino que perderá también el
atractivo de la continuidad, que mantenía a sus jóvenes lectores en vilo
durante largas semanas (“Corentín y el puñal mágico” y “El secreto de Dan
Cooper” llegaron a estar ‘en cartelera’ durante ¡22 semanas!). Así, de las 35
historietas franco-belgas (27 procedentes de Pif) publicadas durante la etapa
de Isabel Allende, 18 terminaron en un solo número, 15 alcanzaron los dos
capítulos, una llegó a los tres, y también sólo una tuvo una duración un poco
mayor (la reaparición de Bernard Prince, en seis capítulos, cuando la dirección
de Isabel Allende tocaba a su fin. Quizá ya soplaban vientos de cambio).
Durante igual período de tiempo anterior, con Eduardo Armstrong en cabeza, se
publicaron 23 series franco-belgas, número engañoso si no se considera que la
duración de las mismas era entre tres y cuatro veces mayor en cuanto a número
de páginas, de modo que la presencia de estas series en Mampato, con Armstrong,
casi triplicaba a la que luego tuvieron con Allende.
Pero aún habrá una tercera consecuencia de esta
asociación con Pif, quizá la peor de todas: la revista francesa publicaba sus
series realistas en blanco y negro y, como resultado de ello, en Mampato se
decidió colorearlas. Pero, por alguna incomprensible razón, el trabajo que se
hizo en esta materia fue de pésima calidad. Así, si antes Mampato se había
destacado por los magníficos colores de sus historietas, a veces mejores que
los de las mismas ediciones europeas, y sin duda superiores a los de otras
ediciones hispanoamericanas, como las de la Editorial Novaro, ahora se
destacaría por la bajísima calidad de esos colores. Y si ya los dibujos de las
nuevas series no eran tan buenos como las de algunas anteriores, para peor quedaban
ocultados por unos colores en el límite de lo tolerable.
Imagen 6:
Imagen 7:
Imagen 8:
Como siempre sucede en estas materias, estos
juicios generales habría que matizarlos al descender a cada caso particular, ya
que las historias publicadas fueron muchas y la calidad irregular, pero lo que
intento decir es que, como tendencia general, la calidad de los colores de las
historietas venidas de Europa, durante este período, fue sencillamente malo.
Algunos ejemplos particulares dicen más que muchas palabras, por ello estas
líneas se acompañan de una viñeta de Thor con calzoncillos rosados (podemos
imaginar que en la prehistoria habría menos prejuicios que hoy – imagen 6); u
otra de la bella Ohama corriendo con un lindo traje de dos piezas en rojo
cardenal, mientras huye de un extraño rinoceronte de color entre azul y morado
(imagen 7); y si de animales extraños se trata, nada mejor que el caballo azul
de Simón el vengador (imagen 8); y, si confundimos párpados con ojos,
transformamos a un conductor de diligencias en terrorífico zombie (imagen 9); y
hay que cuidarse del café que prepara Comanche, porque nos puede dejar
súbitamente pálidos, como le pasó a Billy Trent (imagen 10); y el propio Billy
Trent debiera recurrir menos a los tintes del cabello, mira que pasar del
amarillo en una página, al naranjo en la siguiente y al rojo dos más allá es,
quizá, demasiada vanidad (imagen 11); no menos sorprendente es la capacidad de
cambiarse de ropa que tienen algunos personajes: amarillo en un instante, y
rosa al siguiente (imagen 12).
Imagen 9:
Imagen 10:
Imagen 11:
Imagen 12:
Quizá alguno podrá pensar que esta pésima
calidad no se debía a una mala política de la dirección de la revista, sino a
la necesidad de colorear historietas recibidas en blanco y negro. Pero esa
razón cae rápidamente si se advierte que la mala calidad de los colores se
mantiene en las series de Tintin que se publicaron durante el período
(recibidas en color), como prueban las planchas de Howard Flynn y Tunga que
acompañan estas líneas (imágenes 13 y 14).
Imagen 13:
Imagen 14:
Y que estas condiciones de calidad estuvieron
íntimamente ligadas a los criterios de dirección de Isabel Allende se
demuestra, a su vez, si se mira lo que sucedió inmediatamente después de que
ella dejara el cargo: al asumir Vittorio di Girolamo, en los siguientes 20
números aparecen, sucesivamente –y junto a las dos últimas historias de Thor y
Oso Blanco–, Bruno Brasil, Korrigan, Howard Flynn, Umpa-Pa, Luc Orient y Tunga,
(además de la que, para mi gusto, es la mejor historieta realista chilena
aparecida en Mampato: Los 4 de la Alborada, al nivel de una buena BD franco-belga;
lo cual también contrasta con la selección de historietas chilenas publicadas
en el período anterior, que dejaba bastante que desear. El caso más
paradigmático de esto último es “La increíble historia
de Hugh 'Lecher' Clapperton”, publicada en el número 244 y que queda inconclusa). Todas ellas historias largas,
publicadas en un mínimo de 6 capítulos, y con magníficos colores, lo que volvió
a llenar la revista de una gran variedad de historietas de gran calidad.
Este buen criterio se mantuvo, a grandes rasgos,
durante la dirección de Lukas (Vittorio di Girolamo y Renzo Pecchenino eran,
además de grandes amigos de Armstrong, magníficos artistas como él, y aquella
sensibilidad común se hizo patente en la dirección de Mampato), pero volvió a
decaer con la dirección de Isabel Wachholt, aunque esto ya es harina de otro
costal...
Saludos cordiales
Mambrú
3 comentarios:
Me causó gracia lo del zombie. El dibujante de Billy Trent (que en ocasiones dibujó a Bernard Prince)era un maestro de las expresiones sutiles de los ojos.
Una lástima lo de los colores en esa época. Tal vez sería un buen desafío recolorear esas historietas.
Gracias, Calicles. Como la vida digital está intrínsecamente unida a la vanidad de saberse leído, ya empezaba a desesperar de que nadie comentara, jaja.
Si consigo terminar la edición de Billy Trent, que prometí al jefe para la semana pasada (mi pequeño homenaje al Themo y demás dibujantes de historietas, jaja), adjuntaré una edición europea con buenos colores, para que se pueda comparar.
Un saludo
Mambrú
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