Continuando con las aventuras del Teniente Blueberry, doy inicio hoy al ciclo del segundo complot contra el célebre oficial de caballería. Esta vez se trata del ciclo sobre el crepúsculo de la nación apache y la rehabilitación de Blueberry; usualmente divido en dos ciclos menores. En primer lugar el de Blueberry como fugitivo, que lo constituyen tres álbumes, y luego el de la rehabilitación de Blueberry, compuesto por otros dos álbumes. Como siempre digo, me habría gustado publicar el ciclo completo, pero no me ha dado el tiempo, de manera que iré publicando los álbumes a medida que los tenga listos. Aunque parezca que todo es gratis en la web, la verdad es que nada lo es porque todo demanda trabajo; y mucho trabajo.
Así entonces, comienzo con este álbum titulado "Nariz rota", que es el nombre dado por los navajos a Blueberry, o Tsi-Na-Pah en el idioma navajo. Sucede que debido a que sobre Blueberry ha recaído la acusación de robo del tesoro de los confederados, luego la de evasión y, finalmente, la acusación de intento de asesinato del presidente de los Estados Unidos, ha debido escapar y para ello ha encontrado refugio en la tribu de su viejo conocido, el gran jefe Cochise. Allí se ha convertido en uno de los guerreros más respetados, lo que le lleva a rivalizar con otro guerrero que pretende convertirse en jefe, Vittorio, quien además pretende a la hija de Cochise, la hermosa Chini, pero cuyo corazon parece estar más cerca del de Tsi-Na-Pah. Pero como los triángulos amorosos y las rivalidades miméticas nunca terminan bien, la situación llevará a Vittorio a cometer un grave error que le costará caro a su tribu. Y que, a su vez, le significará a Blueberry tener que entregarse a sus captores con el fin de conseguir salvar a sus hermanos indios.
Desde el ciclo sobre el oro de los confederados, nada parece salirle bien a Blueberry. Su carácter rebelde siempre le ha jugado malas pasadas y aunque lo mueven valores como la justicia, la dignidad, la libertad, parece ser que es insuficiente para evitar meterse en grandes líos. Además, ha pecado de ingenuidad en más de una oportunidad, como no haber sospechado de la ayuda que le brindó su compañero de celda en el álbum "Fuera de la ley". Además, su compañero de aventuras, el borracho McClure, es otro personaje que a veces dan ganas de patearlo. Ya demostró el grado de estupidez al que puede llevar el alcohol, cuando fue engañado por el alemán de la supuesta mina de oro. Y esta vez, cuando Blueberry lo necesitó como testigo para demostrar su inocencia en la acusación del robo del tesoro de los confederados, decidió darle la espalda. La estupidez le rodea a Bluberry, como sucedió también con Guffie cuando, en lugar de haberle confesado el complot que se tramaba para incriminarlo del asesinato del presidente, decidió intervenir a última hora y en lugar de liberarlo de culpa terminó inculpándolo ante el propio presidente Grant. Pareciera que nada podía salir peor. Bueno, en este álbum Blueberry se ve enfrentado, una vez más, a tener que luchar en alguno de los dos bandos por los que siente lealtad. Pero nada bueno puede salir de todo aquello.
El que Blueberry sea víctima de conspiraciones y astucias de los malvados de turno, lo asemeja a Eric, el hijo de Barbarroja, quien también sufre este tipo de situaciones, aunque me parece que en menor grado que el célebre teniente de caballería. Como sea, a Charlier le gustan esos guiones bien retorcidos, en los que no se termina en finales felices. Y en cuanto a la distribución de la maldad, es cierto que entre los indios ha habido más de uno que bien se habría merecido una pateadura, como el indio tuerto y traidor del ciclo de las guerras indias; o Vittorio, más que nada por su empecinamiento y su envidia hacia Blueberry, que lo llevaron a cometer estupideces. Sin embargo, es entre el bando de los blancos donde se encuentran los peores especímenes. Ya lo hemos visto en las figuras del Mayor Bascom, el General Allister o el Comandante Kelly. Todos ellos llevan uniforme militar y se caracterizan por odiar a los indios o por su codicia extrema. En este álbum aparece otro de esos personajes temibles. Se trata de Gedeon O'Bannon, apodado "Eggskull", un tipo al que los indios asesinaron a su mujer y sus hijos, además de haberlo escalpado, aunque sobrevivió. Desde entonces su único objetivo en la vida es acabar con cuanto indio se le cruce.Se puede entender el odio que siente, pero lo lleva a recurrir a métodos propios de psicópatas.
Pese a que Charlier explícitamente se plantea en oposición al racismo y muestra cómo los indios norteamericanos fueron víctimas de la codicia de los blancos, no deja de estar condicionado por la visión occidental sobre los pueblos no occidentales. Aquí, por ejemplo, es Blueberry, un blanco, el que aparece como el más inteligente, astuto y sensato. Por el contrario, Vittorio, su alterego, se deja llevar por las pasiones y no razona bien, lo cual pone en riesgo la propia sobrevivencia de su pueblo. Y los propios indios que respaldaron a Vittorio, terminan reconociendo que era Blueberry quien tenía la razón. El racismo, o al menos lo que los antropólogos llaman etnocentrismo, a veces se disfraza de anti-racismo o de anti-etnocentrismo. Eso, que fue objeto de una profunda crítica por parte de un filósofo como Jacques Derrida en referencia a la antropología de Claude Levi-Strauss, bien podría ser lo que encontramos también en Charlier. Pero no es su culpa, evidentemente, porque es resultado de un modo de pensamiento en el que él ha sido socializado. Como sea, no me interesa hacer la deconstrucción del discurso de Charlier sobre las relaciones entre blancos e indios, sino tan sólo comentar cómo la sospecha de Derrida sobre el discurso "buenista" no deja de tener algo de razón.
Me he extendido demasiado en disquisiciones sobre este álbum. Es que justo lo releí este fin de semana. Quisiera decir que el dibujo de Jean Giraud ya evidencia el giro que se atisbaba en los álbumes precedentes. El uso generalizado del achurado, que es lo que le dio fama a Moebius y que aquí se aprecia principalmente en el dibujo de esos paisajes desérticos, llenos de formaciones rocosas curiosas; o la forma en que son organizadas algunas viñetas pues en una misma viñeta coloca lo que habitualmente iría en dos viñetas diferentes. También la composición de las planchas se ha complejizado y en algunas de ellas es difícil encontrar el orden correcto de lectura, pese a las flechas que agrega para el lector. De todas maneras, la calidad del dibujo es realmente fenomenal, aunque el estilo de Blueberry haya cambiado tanto como para que alguien no pueda reconocer en él la fisonomía del actor Jean-Paul Belmondo. Se trata de otro rostro, que poco y nada mantiene de el de los primeros álbumes. Aquí abajo, el de la izquieda es el Blueberry del primer álbum (Fort navajo) y el segundo, el de éste álbum (Nariz Rota).
Otro asunto es el de las decisiones editoriales, que a veces llevan a cometer verdaderos sacrilegios. En este álbum sucedió con la primera plancha puesto que cuando esta historia fue publicada como álbum, la primera viñeta fue cercenada para dejar espacio para la información sobre la editorial. Eso lo mantuvo así también la edición en castellano de Norma, pero afortunadamente en la edición integral de Blueberry que sacó Dargaud hace unos años se rectificó, manteniendo la composición que originalmente apareció en la revista Metal Hurlant, que es donde se publicó esta historieta en el año 1979. Pueden ver a continuación la diferencia entre ambas planchas. La primera es la del álbum, que en este caso es el de Norma, y en la siguiente, la versión que viene en la edición integral de Dargaud.
Bueno, pueden disfrutar de este nuevo álbum de Blueberry en alta definción porque lo edité a 2.560 pixeles de ancho.
Salu2
ResponderEliminarGenial, otro Blueberry más en alta definición, muy interesantes tus apuntes sobre el cambio de estilo y las viñetas.
Muchas gracias