A raíz de un comentario sobre el dibujante Julio Berríos (1931), motivado por la lectura que hicimos Mirolo y yo de un libro sobre su obra, es que nuestro amigo porteño se decidió a preparar esta edición de dos historietas de "Juber" que fueron originalmente publicadas en Mampato, Pimpin y en la revista Alacrán. De esta última están extraídas las páginas que encontrarán aquí y que en un bien cuidado blanco y negro, les permitirán disfrutar del trabajo de este gran artista chileno. Se trata de la historieta "la gruta del tesoro", que como su título lo indica, es una de piratas. La otra, es "El valle feliz", una historia post-apocalíptica que leímos en colores en la revista Mampato. Espero que les guste.
Bien, empiezo excusándome por la demora, es que tuve trabajo, (eeeh). Me había leído la gruta del tesoro en un ejemplar de "Pimpín", donde pude apreciar un estilo de dibujo realmente recio y muy detallado. Una de las "pegas" comunes del dibujo realista es su falta de movimiento, pero Juber casi hacía volar a los piratas en las escenas de lucha, y el final, sorprendente es lo mínimo que se puede decir ante tamaña sorpresita que esperaba a los codiciosos piratas que no quisieron oír al buen caballero.
ResponderEliminarUna de mis escenas favoritas es la aparición del capitán Calaveras, "gloria y prez de la piratería", cuyo primer cuadro bien podría ser un retrato al óleo de lo bien dibujado que está. Y el detalle cómico del texto: "entretanto, alguien había sacado de su sueño alcohólico al capitán, y ahí estaba, en toda su ciclópea estampa".
Pero como puras alabanzas despiertan sospechas, un pequeño error que detecté. (Ay no, ya salió mi doble maligno de otra dimensión que quiere ser jurado de televisión): cuando el negro camina por el tablón, abajo en el mar lo aguardan ORCAS, no tiburones, lo cual es erróneo pues las orcas nunca han devorado seres humanos. En todo caso, es algo menor, hasta el gran Julio Verne se cayó en lo mismo. El único cetáceo que ha devorado humanos es el cachalote, y más bien se los han tragado por accidente, cuando caen hombres al agua, pues el animalote es tan grande que ni se da cuenta de lo que engulle.