domingo, 18 de septiembre de 2011

La BD franco-belga en Mampato: segunda parte [Mambrú]



Estimado Manganeso,

Como le adelantaba en el comentario anterior, aquél descenso en la calidad de las historietas publicadas por Mampato no fue la única consecuencia de su asociación con la revista Pif. Cuando la revista Vaillant se transformó en el semanario Pif, introdujo dos grandes innovaciones: un gadget semanal de regalo (de aquí que la revista fuera conocida, también, como “Pif gadget”) y la desaparición de las series de continuidad, publicando historias completas en un solo número y, consecuentemente, reduciendo su largo a un máximo de 20 páginas (aunque, frecuentemente, alcanzaban sólo las 10). Esta segunda innovación se trasladará a la revista Mampato, que no sólo verá radicalmente reducida la cantidad de series franco-belgas que aparecían en sus páginas (ya sólo será posible encontrar una por número), sino que perderá también el atractivo de la continuidad, que mantenía a sus jóvenes lectores en vilo durante largas semanas (“Corentín y el puñal mágico” y “El secreto de Dan Cooper” llegaron a estar ‘en cartelera’ durante ¡22 semanas!). Así, de las 35 historietas franco-belgas (27 procedentes de Pif) publicadas durante la etapa de Isabel Allende, 18 terminaron en un solo número, 15 alcanzaron los dos capítulos, una llegó a los tres, y también sólo una tuvo una duración un poco mayor (la reaparición de Bernard Prince, en seis capítulos, cuando la dirección de Isabel Allende tocaba a su fin. Quizá ya soplaban vientos de cambio). Durante igual período de tiempo anterior, con Eduardo Armstrong en cabeza, se publicaron 23 series franco-belgas, número engañoso si no se considera que la duración de las mismas era entre tres y cuatro veces mayor en cuanto a número de páginas, de modo que la presencia de estas series en Mampato, con Armstrong, casi triplicaba a la que luego tuvieron con Allende.

Pero aún habrá una tercera consecuencia de esta asociación con Pif, quizá la peor de todas: la revista francesa publicaba sus series realistas en blanco y negro y, como resultado de ello, en Mampato se decidió colorearlas. Pero, por alguna incomprensible razón, el trabajo que se hizo en esta materia fue de pésima calidad. Así, si antes Mampato se había destacado por los magníficos colores de sus historietas, a veces mejores que los de las mismas ediciones europeas, y sin duda superiores a los de otras ediciones hispanoamericanas, como las de la Editorial Novaro, ahora se destacaría por la bajísima calidad de esos colores. Y si ya los dibujos de las nuevas series no eran tan buenos como las de algunas anteriores, para peor quedaban ocultados por unos colores en el límite de lo tolerable.

 Imagen 6:

Imagen 7:


Imagen 8:

Como siempre sucede en estas materias, estos juicios generales habría que matizarlos al descender a cada caso particular, ya que las historias publicadas fueron muchas y la calidad irregular, pero lo que intento decir es que, como tendencia general, la calidad de los colores de las historietas venidas de Europa, durante este período, fue sencillamente malo. Algunos ejemplos particulares dicen más que muchas palabras, por ello estas líneas se acompañan de una viñeta de Thor con calzoncillos rosados (podemos imaginar que en la prehistoria habría menos prejuicios que hoy – imagen 6); u otra de la bella Ohama corriendo con un lindo traje de dos piezas en rojo cardenal, mientras huye de un extraño rinoceronte de color entre azul y morado (imagen 7); y si de animales extraños se trata, nada mejor que el caballo azul de Simón el vengador (imagen 8); y, si confundimos párpados con ojos, transformamos a un conductor de diligencias en terrorífico zombie (imagen 9); y hay que cuidarse del café que prepara Comanche, porque nos puede dejar súbitamente pálidos, como le pasó a Billy Trent (imagen 10); y el propio Billy Trent debiera recurrir menos a los tintes del cabello, mira que pasar del amarillo en una página, al naranjo en la siguiente y al rojo dos más allá es, quizá, demasiada vanidad (imagen 11); no menos sorprendente es la capacidad de cambiarse de ropa que tienen algunos personajes: amarillo en un instante, y rosa al siguiente (imagen 12).

Imagen 9:
Imagen 10:

Imagen 11:

Imagen 12:

Quizá alguno podrá pensar que esta pésima calidad no se debía a una mala política de la dirección de la revista, sino a la necesidad de colorear historietas recibidas en blanco y negro. Pero esa razón cae rápidamente si se advierte que la mala calidad de los colores se mantiene en las series de Tintin que se publicaron durante el período (recibidas en color), como prueban las planchas de Howard Flynn y Tunga que acompañan estas líneas (imágenes 13 y 14).

Imagen 13:
Imagen 14:

Y que estas condiciones de calidad estuvieron íntimamente ligadas a los criterios de dirección de Isabel Allende se demuestra, a su vez, si se mira lo que sucedió inmediatamente después de que ella dejara el cargo: al asumir Vittorio di Girolamo, en los siguientes 20 números aparecen, sucesivamente –y junto a las dos últimas historias de Thor y Oso Blanco–, Bruno Brasil, Korrigan, Howard Flynn, Umpa-Pa, Luc Orient y Tunga, (además de la que, para mi gusto, es la mejor historieta realista chilena aparecida en Mampato: Los 4 de la Alborada, al nivel de una buena BD franco-belga; lo cual también contrasta con la selección de historietas chilenas publicadas en el período anterior, que dejaba bastante que desear. El caso más paradigmático de esto último es “La increíble historia de Hugh 'Lecher' Clapperton”, publicada en el número 244 y que queda inconclusa). Todas ellas historias largas, publicadas en un mínimo de 6 capítulos, y con magníficos colores, lo que volvió a llenar la revista de una gran variedad de historietas de gran calidad.

Este buen criterio se mantuvo, a grandes rasgos, durante la dirección de Lukas (Vittorio di Girolamo y Renzo Pecchenino eran, además de grandes amigos de Armstrong, magníficos artistas como él, y aquella sensibilidad común se hizo patente en la dirección de Mampato), pero volvió a decaer con la dirección de Isabel Wachholt, aunque esto ya es harina de otro costal...

Saludos cordiales

Mambrú

3 comentarios:

  1. Me causó gracia lo del zombie. El dibujante de Billy Trent (que en ocasiones dibujó a Bernard Prince)era un maestro de las expresiones sutiles de los ojos.
    Una lástima lo de los colores en esa época. Tal vez sería un buen desafío recolorear esas historietas.

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  3. Gracias, Calicles. Como la vida digital está intrínsecamente unida a la vanidad de saberse leído, ya empezaba a desesperar de que nadie comentara, jaja.
    Si consigo terminar la edición de Billy Trent, que prometí al jefe para la semana pasada (mi pequeño homenaje al Themo y demás dibujantes de historietas, jaja), adjuntaré una edición europea con buenos colores, para que se pueda comparar.
    Un saludo
    Mambrú

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