Bueno, quienes puedan leer este blog hoy sabrán ya de la tragedia que enluta a este país. Aunque se supone que los chilenos deberíamos estar acostumbrados a los temblores y terremotos, la verdad es que creo difícil que alguien pueda acostumbrarse a algo tan tremendo como esto.
Yo ya viví el terremoto de 1985 y hasta entonces nunca me preocuparon mucho los sismos. Eran parte de la cotidaneidad y me parecían algo por lo que no había que inquietarse mucho. Pero mi perspectiva cambió drásticamente ese día del 3 de marzo de 1985. En especial cuando una vez que ya había pasado el gran movimiento de tierra, vino una tremenda réplica que me llevó a pensar que tal vez no habíamos vivido todavía lo peor. Creo que ese es el principal temor que se apodera de uno.
El de anoche fue impresionante. Se me hizo interminable y hoy supe que duró casi tres minutos, lo que es una eternidad cuando se está en una situación similar. A diferencia del terremoto del 85, esta vez no hubo ninguna seguidilla de sismos que anticipara lo que se venía. En aquella oportunidad las semanas previas se vivió un "enjambre sísmico", como lo denominaron los expertos. Pero esta vez no. Hace unas dos semanas hubo un sismo de relativa intensidad. Nosotros estábamos de vacaciones en Coquimbo y lo sentimos. De hecho, les conté a mis hijos sobre el terremoto del 85 y lo importante que es tener claro que alguna vez en la vida nos tocaría a todos pasar por algo así. Fue el único evento que puedo vincular a lo que sucedió anoche.
Justo anoche me acosté tarde y creo que me debo haber dormido como a las 2:30. Tal vez por eso me desperté apenas el sismo alcanzó cierta intensidad. Eran pasadas las 3:30 de la madrugada. Desperté a mi esposa y partí al segundo piso a despertar a mis hijos. Los pobres no entendían mucho lo que sucedía pero tomé a los dos más chicos y bajé con ellos. Parece increíble que no pudiéramos bajar la escala pues era tal el movimiento ondulatorio que apenas lográbamos mantenernos en pie.
Afortunadamente tenemos identificado el lugar de la casa en que debemos protegernos y así lo hicimos. Yo francamente pensé que esta vez se nos vendría abajo nuestra vivienda porque era demasiado lo que se sacudió la tierra. El automóvil estacionado a un costado de nuestra casa, literalmente saltaba. Además se cortó la electricidad y había mucho polvo en el ambiente. Recordé que debíamos cortar el suministro de gas y le pedí a mi hijo mayor que me pasara la linterna. Ya una vez más calmado, pero aún con movimiento de la tierra, hice una evaluación rápida de los daños. Afortunadamente no tuvimos daños estructurales y solo debimos lamentar algunos objetos que se rompieron. Mi laptop se vino al suelo pero al menos sigue funcionando. Aunque en estos momentos estoy ocupando otro porque este enciende más rápido y tiene mejor carga de baterías.
La electricidad volvió cerca de una hora después, antes que amaneciera. También se restableció el servicio de televisión por cable y el teléfono. Internet se demoró un poco más en retornar.
La radio es irreemplazable en estos casos y por fortuna mi mp3 tiene radio y pude informarme desde el instante mismo en que terminó el terremoto. Todavía no se sabía dónde había sido el epicentro. Siempre en estos casos pienso en eso porque si no fue aquí en Santiago, significa que otra gente lo ha debido pasar mucho peor. Así fue, pues luego dieron un boletín del sistema sismológico de EEUU que señaló el epicentro a 90 kilómetros más o menos de Concepción. Esta ciudad está como a 500 kilómetros de Santiago hacia el sur pero ya luego se supo que en realidad el epicentro estuvo en la parte sur de la Región del Maule y solamente a unos 350 km. de Santiago. Por eso se sintió tan fuerte aquí en la capital.
Salí a averiguar cómo estaban mis vecinos, en especial una señora que vive sola y es media sorda. Por fortuna estaba bien y aquí en mi vecindario al menos no tuvimos que lamentar pérdidas.
Desconozco en qué está lo del tsunami sobre el que habían advertido en EEUU. He escuchado desde que hubo subida de las aguas en varias localidades costeras de Chile, como asimismo en el archipiélago de Juan Fernández, donde se supone que una ola cubrió buena parte del poblado. Lo mismo en el sur del país.
Sé que a la gente que vive en Isla de Pascua ya la han evacuado a las zonas altas, aunque allá lo más alto es un cerro que no es muy elevado. No recuerdo su nombre pero por lo menos servirá para resguardarse de un eventual maremoto.
Cerca de una hora después del terremoto me fijé que se nubló el cielo. Me había fijado en lo bonita que se veía la luna esta noche y lo estrellada que estaba pero ya cerca de las 5 de la madrugada me fijé en que estaba muy nublado. Pensé en incendios pero no sentía olor a quemado. La verdad es que eran unos incendios en unas industrias químicas que hay hacia la salida norte de Santiago. Yo vivo en la zona oeste de la ciudad y desde aquí se veía el cielo negro hacia esa zona. Además se respiraba un olor muy malo. Por suerte a esta hora (las 14:00 en Santiago) el aire está más respirable.
Bueno, ojalá sepamos pronto de los amigos que también se habrán despertado con este tremendo terremoto. No creo que las comunicaciones sean muy expeditas hoy pero estaré pendiente del blog en la medida que cuente con conexión a Internet.
Yo tengo la costumbre de tener siempre en una despensa mucha agua embotellada y latas de alimentos no perecibles. Siempre algunos amigos se han burlado de mí por mi exageración pero hay que ver lo que sirve en casos como estos. Por suerte el agua potable no se ha cortado aquí en Santiago, aunque salía bastante turbia.
Bueno, no me cabe duda que los chilenos sabremos reponernos de esta castástrofe. Habrá que reconstruir buena parte del país pero siempre ha sido así en nuestra historia. Mi yaya nació el 16 de agosto de 1906, justo cuando fue el terremoto de Valparaíso. Le tocó el terremoto de Chillán en 1939, el de Valdivia en 1960 y vivía con nosotros cuando fue el terremoto de 1985. Hoy ya no está entre nosotros pero recuerdo cómo me relataba ese esfuerzo gigantesco que se hacía en el país para reconstruir nuevamente todo. Ha sido un poco el sino de los chilenos. Este país ha sido reconstruido muchísimas veces en su historia y esta vez habrá que hacer lo mismo. Confío en el pueblo y sus autoridades y sé que una cadena de solidaridad se pondrá en marcha para poner este país de pie.
Gracias a Hasieran por su preocupación. Confiemos en que los amigos de la generación de Mampato se encuentren bien.
Yo ya viví el terremoto de 1985 y hasta entonces nunca me preocuparon mucho los sismos. Eran parte de la cotidaneidad y me parecían algo por lo que no había que inquietarse mucho. Pero mi perspectiva cambió drásticamente ese día del 3 de marzo de 1985. En especial cuando una vez que ya había pasado el gran movimiento de tierra, vino una tremenda réplica que me llevó a pensar que tal vez no habíamos vivido todavía lo peor. Creo que ese es el principal temor que se apodera de uno.
El de anoche fue impresionante. Se me hizo interminable y hoy supe que duró casi tres minutos, lo que es una eternidad cuando se está en una situación similar. A diferencia del terremoto del 85, esta vez no hubo ninguna seguidilla de sismos que anticipara lo que se venía. En aquella oportunidad las semanas previas se vivió un "enjambre sísmico", como lo denominaron los expertos. Pero esta vez no. Hace unas dos semanas hubo un sismo de relativa intensidad. Nosotros estábamos de vacaciones en Coquimbo y lo sentimos. De hecho, les conté a mis hijos sobre el terremoto del 85 y lo importante que es tener claro que alguna vez en la vida nos tocaría a todos pasar por algo así. Fue el único evento que puedo vincular a lo que sucedió anoche.
Justo anoche me acosté tarde y creo que me debo haber dormido como a las 2:30. Tal vez por eso me desperté apenas el sismo alcanzó cierta intensidad. Eran pasadas las 3:30 de la madrugada. Desperté a mi esposa y partí al segundo piso a despertar a mis hijos. Los pobres no entendían mucho lo que sucedía pero tomé a los dos más chicos y bajé con ellos. Parece increíble que no pudiéramos bajar la escala pues era tal el movimiento ondulatorio que apenas lográbamos mantenernos en pie.
Afortunadamente tenemos identificado el lugar de la casa en que debemos protegernos y así lo hicimos. Yo francamente pensé que esta vez se nos vendría abajo nuestra vivienda porque era demasiado lo que se sacudió la tierra. El automóvil estacionado a un costado de nuestra casa, literalmente saltaba. Además se cortó la electricidad y había mucho polvo en el ambiente. Recordé que debíamos cortar el suministro de gas y le pedí a mi hijo mayor que me pasara la linterna. Ya una vez más calmado, pero aún con movimiento de la tierra, hice una evaluación rápida de los daños. Afortunadamente no tuvimos daños estructurales y solo debimos lamentar algunos objetos que se rompieron. Mi laptop se vino al suelo pero al menos sigue funcionando. Aunque en estos momentos estoy ocupando otro porque este enciende más rápido y tiene mejor carga de baterías.
La electricidad volvió cerca de una hora después, antes que amaneciera. También se restableció el servicio de televisión por cable y el teléfono. Internet se demoró un poco más en retornar.
La radio es irreemplazable en estos casos y por fortuna mi mp3 tiene radio y pude informarme desde el instante mismo en que terminó el terremoto. Todavía no se sabía dónde había sido el epicentro. Siempre en estos casos pienso en eso porque si no fue aquí en Santiago, significa que otra gente lo ha debido pasar mucho peor. Así fue, pues luego dieron un boletín del sistema sismológico de EEUU que señaló el epicentro a 90 kilómetros más o menos de Concepción. Esta ciudad está como a 500 kilómetros de Santiago hacia el sur pero ya luego se supo que en realidad el epicentro estuvo en la parte sur de la Región del Maule y solamente a unos 350 km. de Santiago. Por eso se sintió tan fuerte aquí en la capital.
Salí a averiguar cómo estaban mis vecinos, en especial una señora que vive sola y es media sorda. Por fortuna estaba bien y aquí en mi vecindario al menos no tuvimos que lamentar pérdidas.
Desconozco en qué está lo del tsunami sobre el que habían advertido en EEUU. He escuchado desde que hubo subida de las aguas en varias localidades costeras de Chile, como asimismo en el archipiélago de Juan Fernández, donde se supone que una ola cubrió buena parte del poblado. Lo mismo en el sur del país.
Sé que a la gente que vive en Isla de Pascua ya la han evacuado a las zonas altas, aunque allá lo más alto es un cerro que no es muy elevado. No recuerdo su nombre pero por lo menos servirá para resguardarse de un eventual maremoto.
Cerca de una hora después del terremoto me fijé que se nubló el cielo. Me había fijado en lo bonita que se veía la luna esta noche y lo estrellada que estaba pero ya cerca de las 5 de la madrugada me fijé en que estaba muy nublado. Pensé en incendios pero no sentía olor a quemado. La verdad es que eran unos incendios en unas industrias químicas que hay hacia la salida norte de Santiago. Yo vivo en la zona oeste de la ciudad y desde aquí se veía el cielo negro hacia esa zona. Además se respiraba un olor muy malo. Por suerte a esta hora (las 14:00 en Santiago) el aire está más respirable.
Bueno, ojalá sepamos pronto de los amigos que también se habrán despertado con este tremendo terremoto. No creo que las comunicaciones sean muy expeditas hoy pero estaré pendiente del blog en la medida que cuente con conexión a Internet.
Yo tengo la costumbre de tener siempre en una despensa mucha agua embotellada y latas de alimentos no perecibles. Siempre algunos amigos se han burlado de mí por mi exageración pero hay que ver lo que sirve en casos como estos. Por suerte el agua potable no se ha cortado aquí en Santiago, aunque salía bastante turbia.
Bueno, no me cabe duda que los chilenos sabremos reponernos de esta castástrofe. Habrá que reconstruir buena parte del país pero siempre ha sido así en nuestra historia. Mi yaya nació el 16 de agosto de 1906, justo cuando fue el terremoto de Valparaíso. Le tocó el terremoto de Chillán en 1939, el de Valdivia en 1960 y vivía con nosotros cuando fue el terremoto de 1985. Hoy ya no está entre nosotros pero recuerdo cómo me relataba ese esfuerzo gigantesco que se hacía en el país para reconstruir nuevamente todo. Ha sido un poco el sino de los chilenos. Este país ha sido reconstruido muchísimas veces en su historia y esta vez habrá que hacer lo mismo. Confío en el pueblo y sus autoridades y sé que una cadena de solidaridad se pondrá en marcha para poner este país de pie.
Gracias a Hasieran por su preocupación. Confiemos en que los amigos de la generación de Mampato se encuentren bien.