Mirolo nos sigue regalando estos magníficos ejemplares de la revista Cabrochico. En esta ocasión nos envía el número 18 que, aunque sin portada, trae cinco historietas, más un artículo de la serie "Zonas geográficas". Ah, también originalmente venía en la revista un juego para recortar y armar pero que no estaba incluido en el ejemplar que Mirolo encontró en un puesto de revistas viejas.
Quisiera aprovechar de insistir en algo que mencioné en el anterior número de Cabrochico que subí y que ya Mirolo me había hecho ver. Se trata de la doble lectura que se puede hacer de estas historietas. Aunque no tengo formación en literatura ni en análisis literario, supongo que siempre todo relato se presta para un análisis que puede develar alguna estructura de sentido que haya tras lo aparente que contiene. Lo digo porque hay dos de las historietas que me llamaron especialmente la atención en este sentido. La primera de ellas es la historia de un niño de la época de las cavernas que es secuestrado por un grupo de hombres salvajes pertenecientes a otra tribu. Sus padres van en su búsqueda y consiguen finalmente rescatarlo. Hasta ahí parece no haber novedad alguna con muchos de los cuentos o historias semejantes que seguramente habrá en el mundo entero. Pero esta historia tiene algunos detalles que la hacen especialmente interesante en mi opinión. Por un lado, aparecen unos observadores de todo lo que sucede en esta historia, que son estos personajes con apariencia de extraterrestres que asisten en condición de meros observadores al desarrollo de este pequeño drama. No intervienen para salvar al niño o para evitar que lo secuestren los "hombres del lago". Por otro lado, de la propia aventura para salvar a su hijo, los padres del niño descubren que pueden usar troncos para flotar y movilizarse sobre el agua, al igual que lo hacen los hombres del lago, y que con eso pueden también capturar peces que los alimenten. De cierto modo, del drama que les significó ver que su hijo era capturado por unos hombres malos, obtienen algo positivo, una suerte de logro evolutivo, que es el hecho de haber aprendido a dominar la técnica de la navegación y todo lo que con ello pueden conseguir.
Lo de los extraterrestres espectadores me recordó demasiado a una novela de los hermanos Strugatski, dos de los más importantes novelistas de ciencia ficción soviética, que cuenta la historia de Anton Rumata, un historiador o sociólogo que dirigió una expedición científica a un planeta que se encontraba viviendo en el equivalente a la Edad Media. La novela muestra cómo estos científicos se ven en la disyuntiva de permanecer en su condición de observadores científicos (por tanto, imparciales) ante los terribles acontecimientos que suceden frente a sus ojos: el surgimiento de un poder oscurantista y totalitario representado por un personaje que dirigía unas facciones armadas, expresión del poder más brutal y reaccionario que se pueda imaginar. La novela se llama "Es difícil ser Dios", título que evoca la incómoda posición de estos científicos que vienen de un planeta evolucionado tecnológica y moralmente y que se encuentran en un mundo atrasado en ambas dimensiones.
Los alemanes llevaron esta novela al cine y encontré que no les quedó mal, aunque ciertamente me pareció mejor la novela. Tengo tanto la novela como la película, por si alguien se interesa en leerla o verla. Basta que me avise y la subo.
La segunda historieta que me llamó la atención corresponde a la segunda parte de un "anticuento" que aparece en el Cabrochico 17. Se trata de un niño campesino que es llevado a una tierra mágica, con princesas, príncipes, hadas, ogros y duendes. El asunto es que en esta historieta se puede apreciar cómo se busca deconstruir la estructura mítico-maravillosa de los cuentos de hadas, desacralizando de algún modo a los personajes y sus situaciones. Por ejemplo, cuando aparece el príncipe y mira en menos a Panchito por su condición de plebeyo ("¿Panchito qué? Su nombre no me dice nada. Si me dice sus apellidos, tal vez nos entendamos"), éste simplemente le dice que su pluma (la que el príncipe tiene en su sombrero) le parece ridícula. A continuación Panchito pregunta si alguien ahí quiere ser una persona normal y varios contestan que sí. El ogro quiere ser mecánico y el duende quiere se profesor. Por su parte, la princesa es convertida en una estudiante de liceo, la bruja en una apacible abuelita y el hada en su nieta. Todos finalmente terminan siendo personas reales y útiles a la sociedad. Como pueden ver, estamos lejos de las historietas para niños que suelen reproducir las estructuras de los cuentos de hadas sin cuestionarse lo que llevan implícito como visiones de mundo.
Bueno amigos, ahí les dejo entonces este nuevo número de Cabrochico. Gracias a Mirolo por su generosidad al compartirlo con nosotros.
Quisiera aprovechar de insistir en algo que mencioné en el anterior número de Cabrochico que subí y que ya Mirolo me había hecho ver. Se trata de la doble lectura que se puede hacer de estas historietas. Aunque no tengo formación en literatura ni en análisis literario, supongo que siempre todo relato se presta para un análisis que puede develar alguna estructura de sentido que haya tras lo aparente que contiene. Lo digo porque hay dos de las historietas que me llamaron especialmente la atención en este sentido. La primera de ellas es la historia de un niño de la época de las cavernas que es secuestrado por un grupo de hombres salvajes pertenecientes a otra tribu. Sus padres van en su búsqueda y consiguen finalmente rescatarlo. Hasta ahí parece no haber novedad alguna con muchos de los cuentos o historias semejantes que seguramente habrá en el mundo entero. Pero esta historia tiene algunos detalles que la hacen especialmente interesante en mi opinión. Por un lado, aparecen unos observadores de todo lo que sucede en esta historia, que son estos personajes con apariencia de extraterrestres que asisten en condición de meros observadores al desarrollo de este pequeño drama. No intervienen para salvar al niño o para evitar que lo secuestren los "hombres del lago". Por otro lado, de la propia aventura para salvar a su hijo, los padres del niño descubren que pueden usar troncos para flotar y movilizarse sobre el agua, al igual que lo hacen los hombres del lago, y que con eso pueden también capturar peces que los alimenten. De cierto modo, del drama que les significó ver que su hijo era capturado por unos hombres malos, obtienen algo positivo, una suerte de logro evolutivo, que es el hecho de haber aprendido a dominar la técnica de la navegación y todo lo que con ello pueden conseguir.
Lo de los extraterrestres espectadores me recordó demasiado a una novela de los hermanos Strugatski, dos de los más importantes novelistas de ciencia ficción soviética, que cuenta la historia de Anton Rumata, un historiador o sociólogo que dirigió una expedición científica a un planeta que se encontraba viviendo en el equivalente a la Edad Media. La novela muestra cómo estos científicos se ven en la disyuntiva de permanecer en su condición de observadores científicos (por tanto, imparciales) ante los terribles acontecimientos que suceden frente a sus ojos: el surgimiento de un poder oscurantista y totalitario representado por un personaje que dirigía unas facciones armadas, expresión del poder más brutal y reaccionario que se pueda imaginar. La novela se llama "Es difícil ser Dios", título que evoca la incómoda posición de estos científicos que vienen de un planeta evolucionado tecnológica y moralmente y que se encuentran en un mundo atrasado en ambas dimensiones.
Los alemanes llevaron esta novela al cine y encontré que no les quedó mal, aunque ciertamente me pareció mejor la novela. Tengo tanto la novela como la película, por si alguien se interesa en leerla o verla. Basta que me avise y la subo.
La segunda historieta que me llamó la atención corresponde a la segunda parte de un "anticuento" que aparece en el Cabrochico 17. Se trata de un niño campesino que es llevado a una tierra mágica, con princesas, príncipes, hadas, ogros y duendes. El asunto es que en esta historieta se puede apreciar cómo se busca deconstruir la estructura mítico-maravillosa de los cuentos de hadas, desacralizando de algún modo a los personajes y sus situaciones. Por ejemplo, cuando aparece el príncipe y mira en menos a Panchito por su condición de plebeyo ("¿Panchito qué? Su nombre no me dice nada. Si me dice sus apellidos, tal vez nos entendamos"), éste simplemente le dice que su pluma (la que el príncipe tiene en su sombrero) le parece ridícula. A continuación Panchito pregunta si alguien ahí quiere ser una persona normal y varios contestan que sí. El ogro quiere ser mecánico y el duende quiere se profesor. Por su parte, la princesa es convertida en una estudiante de liceo, la bruja en una apacible abuelita y el hada en su nieta. Todos finalmente terminan siendo personas reales y útiles a la sociedad. Como pueden ver, estamos lejos de las historietas para niños que suelen reproducir las estructuras de los cuentos de hadas sin cuestionarse lo que llevan implícito como visiones de mundo.
Bueno amigos, ahí les dejo entonces este nuevo número de Cabrochico. Gracias a Mirolo por su generosidad al compartirlo con nosotros.
Cada vez que incorporas una revista se hace más entretenida e interesante su introducción. Gracias por tus aportes.....mirolo....
ResponderEliminarNo sería malo poder leer "Es difícil ser Dios", y después ver la película.......mirolo
ResponderEliminarVale, pondré los enlaces a ambos.
ResponderEliminarSaludos
Yo he leido extractos del Cómo leer al Pato Donald por Dorfmann.
ResponderEliminarEn una parte del libro, menciona que durante la Unidad Popular, en los diarios de derecha, criticaban y denunciaban la "idiologización" de editoriales como la Quimantú.
El libro de Dorfmann muestra que no hay historieta "higiénica" y que el gobierno de Estadosunidos hace su parte para propagar sus propios valores.
Esto se nota actualmente en el uso de personajes y acciones militares en películas como Hulk y Ironman.
Saludos y gracias!
Tienes toda la razón, Fiestoforo. Tal vez pase por el scanner el libro de Dorfman y lo postee. Puede que no todos lo conozcan o hayan leído.
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