Finalmente, vamos a la tercera y última parte de este relato en torno a las peripecias de un grupo de gola-golas en la hermosa ciudad-puerto del Pacífico.
Como recordarán, habíamos dejado a nuestros primitivos amigos bajando desde el cerro hasta la parte baja de la ciudad, junto al mar. Rápidamente, fuimos en búsqueda de algún lugar donde comer rico. Se nos aproximó una auténtica porteña para ofrecernos lo que los suyos habían traído de su jornada de caza. En realidad, de su jornada de pesca porque se trataba justamente de un pueblo de aguerridos marinos que cada mañana salen en busca del tan preciado tesoro que les ofrece el Mar Chileno. Así, al poco andar ingresamos a una de esas típicas cavernas cercanas a la Plaza Sotomayor, donde rápidamente nos instalamos a esperar por los manjares ofrecidos.
Mientras Enrique lee atentamente las instrucciones respecto a cómo comportarse en territorio de los gola-golas marinos, Nelson hizo caso omiso a las recomendaciones de respetar el protocolo y simplemente se puso manos a la obra preparando su cámara fotográfica para capturar ese acontecimiento.
Por nuestra parte, Mirolo y yo simplemente esperábamos pacientemente que aparecieran los manjares prometidos: cebiche, jardín de mariscos, consomé de mariscos y luego sus buenas merluzas fritas, pailas marinas, cebiches de reineta y varias delicias semejantes.
No sabemos por qué razón estaba tan serio Nelson en ese momento. Puede que no le haya parecido bien la elección de la caverna en la que decidimos comer algo para reparar fuerzas, o simplemente le parecía demasiada espera para degustar los productos del mar. De todos modos, una vez que llegaron los platos, su rostro cambió radicalmente.
En efecto, su amplia sonrisa no sabemos si se debe a que por fin había podido calmar el apetito de gola-gola o porque tuvo la fortuna de quedar justo al lado de Alicia, quien se apronta a disfrutar de un portentoso cebiche de reineta. Por su parte, Enrique cree posible captar la atención de Tinalín aunque Nelson no la deje a sol ni a sombra.
Ya más relajados, los gola-golas aprovechan de compartir sus impresiones sobre lo que hemos visto durante esta primera parte del día y a posar para la posteridad.Ya una vez saciado nuestro enorme apetito, decidimos reemprender la marcha con el objetivo esta vez de salir a recolectar objetos valiosos. Cuál no sería nuestra sorpresa al darnos cuenta que en la plaza Sotomayor nos esperaba una imponente recepción en honor a la participación de nuestra delegación en el magnífico desfile que tuvo lugar durante la mañana.
De acuerdo a nuestro anfitrión, un buen lugar para explorar en busca de tesoros perdidos, era la plaza O'Higgins, justo frente al rodoviario y al lado del esperpento que hace las veces de Congreso Nacional. Nos pusimos manos a la obra y comenzamos a recorrer los rincones de esta plaza para dar con algunos de esos añorados tesoros.
El gola-gola más ansioso por dar con alguna reliquia que valiera la pena todo el viaje, era nuestro amigo Sergio, quien mira embelesado algunas de las muchas cosas que se podían encontrar allí. Como se puede apreciar, carga una bolsa con algunas cosillas que le llamaron fuertemente su atención. Cristian, Alicia, Mirolo y yo solamente miramos el material expuesto. Nelson, en cambio, se abalanza sobre una caja que contenía algunas viejas revistas de historietas.
En un momento de descuido, Mirolo decide que algunos tesoros recolectados por Enrique sería mejor que no los viéramos los demás y utilizando a Alicia de pantalla, intentan en vano esconder en el bolso del segundo, los tesoros que pretendían pasar inadvertidos para el resto de la tribu.
Ya finalizada la jornada de recolección de tesoros, nos reunimos a compartir los descubrimientos realizados. La cara de alegría de Sergio es prueba inequívoca de que para él la jornada valió la pena. Lo mismo para Nelson, que se trajo a Santiago un par de joyitas. Alex, por su parte, optó por la música y decidió que no podía partir de allí sin una genuina copia de los legendarios "Vidrios quebrados".
Luego debimos despedir a Sergio, quien regresó temprano a Santiago para poder cumplir con sus obligaciones laborales. Los demás, nos dirigimos a la caverna que habita Mirolo en la ciudad de Viña del Mar, aceptando una gentil invitación de nuestro anfitrión, quien nos deparaba una muy grata sorpresa.
A petición de varios, el viaje hasta la ciudad jardín lo hicimos en un modernísimo metro que está a nivel de los mejores que hemos visto en otras latitudes. Realmente un lujo. A falta de fotografías, Nelson aprovechó que su teléfono permitía grabar para inmortalizar nuestro breve pero intenso trayecto hasta Viña.
Luego del trayecto en metro y una apreciable caminata en subida por Agua Santa, llegamos hasta una discreta caverna rodeada de esas antiguas mansiones viñamarinas. Ninguno de nosotros imaginaba siquiera la infinita generosidad de Mirolo quien nos sorprendió haciéndonos pasar a lo que desde entonces sería la sede oficial de la Generación Mampato para eventos extraordinarios que ameriten concentración de gola-golas. Tenía todo preparado: un scanner de lujo, computador de última generación y mucho material para compartir.
Con una vasta y valiosa colección de Cabrochico, Cucalón y muchas joyas más, la sede viñamarina de la Generación Mampato no tiene nada que envidiarle al Centro Belga de la Historieta en Bruselas, ni al museo de Hergé en Lovaina la Nueva. Además, Nelson compartió con nosotros un cuaderno en que ha ido creando fabulosas historias de superhéroes, dentro de los cuales sobresale Astroman, su alter-ego. Será una de las series obligadas de las futuras ediciones digitales de nuestra revista Mampato.
Por otro lado, pensando en lo mucho que da sed el trabajo de digitalización y edición, debido al calor que emiten los scanners, Mirolo se encargó de construirnos un funcional bar para poder servir a las necesidades de hidratación de los gola-golas.
Además, se le ocurrió que para continuar el proyecto de las nuevas ediciones de Mampato, necesitábamos contar con un lugar en el que el director y el sub-director de la revista pudieran echar a volar su imaginación y desarrollar así buenas ideas para reportajes y artículos en general. En caso de estar escasos a la imaginación, podrían buscar inspiración en algunos de los cientos de películas, documentales y conciertos que están al alcance de la mano para disfrutarlos en la mejor calidad de audio y video.
Tal fue nuestro asombro, que Mirolo nos invitó a descansar en una agradable terraza para que nuestro espíritu volviera a nuestro cuerpo. Es que fueron demasiadas emociones en un solo día. La cara de Alex no puede ocultar su regocijo mientras escucha a Mirolo anunciar que desde ese día esa sería la sede oficial de la Genereración Mampato y que podríamos disponer cuanto quisiéramos de ese estratégico rincón viñamarino.
Alicia duda de tanto ofrecimiento. Mujer sabia, ha de sospechar que tras tanta maravilla debe haber gato encerrado. En cambio, Alex simplemente deja volar su imaginación pensando en todo lo que podríamos organizar en ese estupendo lugar.
Cristian, también parece dudar de tanta maravilla. Un hombre sabio como él, se debe tomar su tiempo antes de aceptar cualquier clase de ofrecimiento.
En cambio, Enrique está más interesado en degustar un poco de "agüita-ke-kema". De seguro estará preocupado de la noche porteña que se le viene por delante en compañía de Mirolo, por cuanto fue uno de los gola-golas santiaguinos que no regresó aquella noche a la capital.
Para amenizar la velada, pues ya la noche se comenzaba a dejar caer en Viña del Mar, Enrique decide que llegó la hora de tomar posesión de la nueva sede de la Generación Mampato y parte raudo a colocar un disco para usar el karaoke disponible en la sala de estar.
Todo había comenzado bien, con Enrique intentando emular a los célebres músicos de Liverpool pero repentinamente nuestro amigo le dio un inesperado giro a su presentación y comenzó a cantar una canción de su autoría, que si bien Nelson grabó con su teléfono, no estamos en condiciones de reproducirla aquí por respeto a los menores de edad y a las personas con sentido del decoro que, aunque Enrique no lo crea, son muchos aún en este grupo.
Nadie hallaba cómo poder hacer callar a nuestro extrovertido gola-gola. No sabemos si fue el aire porteño, o si fue el "agüita-ke-kema", pero lo concreto es que nuestros oídos no solamente debieron soportar los disonantes alaridos de Enrique sino que además debimos dar muestra de apertura mental y evitar sonrrojarnos con las estrofas de tan cropolálica canción.
Afortunadamente para nosotros, Nelson, cual Astroman, vino en nuestra ayuda y logró hacerse con el micrófono. Entonces pudimos recuperar el sentido del decoro, mas no de la armonía, escuchándolo entonar con mucho ímpetu algunas de las más célebres canciones del único rey que ha conocido EE.UU. y el mundo entero. Lamentablemente nuestro amigo Cristian Cárdenas no estuvo presente en este tercer encuentro porque sabemos de su devoción por Elvis.
Dando muestras de sus dotes de genuino bilingüe, Nelson nos deleitó con un popourri de canciones de Elvis. En la foto se aprecia cómo el cerebro de Enrique está trabajando a mil por hora para ver de qué modo enganchar las estrofas que escucha con alguna de su autoría que le ponga pimienta al arte del de Memphis.
Finalmente, Nelson recordó que no comíamos nada desde hace muchas horas y que sería bueno pasar a la mesa. Total, estábamos en nuestra nueva sede y era cosa de simplemente inaugurarla con una buena once.
En un dos por tres, Mirolo abrió y cerró despensas y de la nada preparó la mesa para que los comensales se dispusieran a deglutir cuanto les pusieran en ella.
Nuevamente la dicha inunda los rostros de estos aguerridos gola-golas, de tan sólo oler los manjares que llegaban desde la cocina de nuestra sede.
Lamentablemente, o afortunadamente, no hay registro gráfico de los momentos posteriores. Lo único aue se sabe con certeza es que Nelson y yo volvimos esa noche a Santiago, que Alex debía seguir viaje a Quintero y Cristian volver a Villa Alemana. Enrique se quedaría hasta el día siguiente, aceptando la gentil invitación de Mirolo a pernocatar en nuestra sede.
Como faltaban unos cuantos minutos para la partida de nuestro bus, Mirolo decidió ir a dejarnos al rodoviario en su troncomovil, acompañado además por Alicia y Enrique. Esta vez me avivé y fui yo quien se sentó al lado de tan bella damisela. Y como Mirolo conduce como un Michel Vaillant cualquiera, estuvimos en menos del tiempo imaginado en el punto en que iniciaríamos el retorno a la capital. Terminamos algo mareados por las curvas y contracurvas que experimentamos en el trayecto pero llegamos sanos y salvos.
Ahí, entre buses y gente con equipaje, nos despedimos de nuestros amigos. Echamos una última mirada por si aparecía algún gola-gola que quisiera conocernos. Sabíamos que Lucho Paredes tal vez se dejaría ver pero no apareció nadie.
En el viaje de regreso, aprovechamos de conversar con Nelson acerca de nuestros pasatiempos favoritos. Él, muy culto y muy informado, me ilustró sobre el sorprendentre mundo de Conan. Yo por mi parte, aproveché de contarle algunos de esos viejos chistes de Condorito que por lo visto Nelson había olvidado pues sus carcajadas despertaron a varios que infructuosamente pretendían conciliar el sueño. Menos mal que estamos en Chile y la gente es más bien reservada porque probablemente en otros lares ya nos habrían hecho callar a punta de garabatos.
Llegué a casa con la satisfacción de haber pasado una jornada extraordinaria. Aunque conocía personalmente a Enrique y Mirolo, fue muy emocionante encontrarse cara a cara con los demás. En el bus de ida me fui conversando con Sergio Arakaki y fue muy grato poder compartir con él esa hora y media de viaje. De regreso, tuve la fortuna de compartir un momento con Nelson, quien no solo es una persona muy culta sino que tremendamente entretenida.
También fue un agrado conocer a Cristian, quien fue además un excelente complemento al trabajo de guía que realizó Mirolo por esa mágica ciudad. Por su parte, Alex, el menor de los gola-golas, se integró rápidamente a este grupo de homínidos y hastas se preocupó de llevarnos un aporte para el blog.
A Alicia la conocía a través de las inumerables veces que intercambiamos mensajes y comentarios. Desde luego, este tercer encuentro me permitió el poderla conocer personalmente. Su dulzura y afecto fue como un bálsamo para nosotros.
Lamentamos que Cristian Cárdenas, Eduardo Riveros y Marlen no se nos pudieran unir en esta ocasión. Por otro lado, lamentamos también que Miguel Figueroa no haya podido localizarnos en el rodoviario. El próximo encuentro será más coordinado y haremos uso de la tecnología que permita ubicarnos con facilidad.
Sobraron siete chapitas, una de las cuales creo que le corresponde por derecho a Miguel. Las restantes seis las sortearemos entre los mampatinos. Pronto habrá novedades acerca de cómo participar en ese concurso.
Agradezco a todos los que fueron y los que no fueron pero que nos alentaron a concretar este tercer encuentro gola-gola. Confío en que seremos cada vez más hasta completar los doscientos y tantos que siguen este blog dedicado a nuestro querido y recordado Mampato.